Decimos que los minijuegos son poco inspirados, pues desde luego muchos nos sonarán a los ya vistos en Super Mario 64 DS, sobre todo. Si a esto le añadimos que no hay un factor de reto real y que realmente lo que aporta su sistema de control es, en lÃneas generales, irrelevante, obtenemos un sistema jugable poco afortunado. Aunque el control táctil no está mal, hace que otras opciones de control sean inútiles en la práctica, asà que para saltar tan sólo nos queda pulsar arriba en la cruceta. Es impreciso, y a la hora de tener que usar la pantalla táctil para, por ejemplo, cambiar el aspecto de Wario, no funciona siempre como nos gustarÃa.
Lo cierto es que el sistema de disfraces, que se basa en hacer un pequeño dibujo sobre (o alrededor) de Wario podrÃa ser bueno aunque termina por resultar, como hemos dicho antes, impreciso. Se basa en trazos sencillos, como un cÃrculo o un triángulo (pero siempre en el mismo sentido; en el contrario no lo reconoce).

Wario: Master of Disguise se estructura en diez niveles diferentes que suelen ser de una longitud considerable y optando normalmente por un desarrollo más cercano al de unos laberintos o escenarios, simplemente, enrevesados, que el planteamiento lineal de tÃtulos más clásicos. A través de las diferentes ambientaciones, el elemento recurrente tiene forma de cofre. Allà estarán los tesoros del juego que tendremos que ir recolectando, aunque en ocasiones para llegar hasta ellos tendremos que utilizar múltiples habilidades. Por ejemplo, el rayo láser del Wario astronauta nos puede servir para romper algunos elementos del escenario, apuntando con la pantalla táctil. En total, nuestro protagonista puede tener hasta ocho disfraces diferentes, algunos de ellos realmente sorprendentes, eso no se puede negar. Su integración en el desarrollo de los niveles, sin embargo, no siempre es muy destacable; asÃ, por ejemplo, Wario puede pintar bloques al ir disfrazado de artista moderno y estos bloques pueden servir para activar interruptores.
Entonces, una vez hayamos avanzado resolviendo los puzles de los escenarios, llegaremos a un cofre, y éste albergará, claro, un tesoro. Para poder hacernos con él, se nos propondrá un minijuego, a veces de ingenio, otros de habilidad, etc. El sistema es más o menos variado, pero poco destacable. Desde luego, resulta mucho más divertido y variado llegar hasta esos cofres, puesto que el diseño de los niveles es bastante aceptable.
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