por inex » 11-05-2007 06:09
[color=darkblue]Qué puedo decir...con una infusión relajante en una mano, mi pijama caliente trato de eliminar el frío que sin duda viene de dentro.
La verdad, horrible era la situación de tal forma que miré suplicante a mi padre y a las 3 am nos pusimos en camino a casa. Con un nudo y un desagrado terribles...pero como hoy me dijo mi querida hermana, no puedes hacer que la gente te quiera. Y no se elige a la familia.
Pero se me ha clavado la frase, como si fuera un puñal, de "no tenemos por qué ser amigos, sólo compartimos esta herencia".
Llegué a la clínica y le ví...y la verdad, mis propósitos de no llorar nuevamente en público se fueron rápidamente. Allí estuve llorando sin parar durante un tiempo, escuchando lo que había sucedido esa mañana. Y luego...me armé de valor, cuando nos dijeron que sí estaba consciente y mi tío no podía quedarse con él porque evidentemente no lo soportaba y yo me quedé sola al lado de su cama, sujetando su mano, acariciandole y hablandole suavemente aquellas cosas bonitas que me permitía el estar serena. Y cambiando las compresas de su frente, y sintiendo cómo la vida desaparecía de su cuerpo, la misma muerte que sufrió mi madre. Y allí pude esta vez estar serena mientras lentamente moría. Luego me dieron cierta libertad para tomar el aire y hablar con mi querida hermana, que no dudó en estar apoyandome (también sobre todo a Juan, Marta y Julio agradezco a cada uno el apoyo que me dieron). Regresé a tiempo...para poder ver cómo moría. Y nuevamente enfrentarme a la muerte y ver que no tiene nada de bonita. Ver lo horrible y desagradable del trance.
Pero mi familia...luego la frialdad se apoderó de ellos, no sabía mi tío siquiera que hablarnos. Al llegar por fin mi tío y su mujer, allí se enfrentó a las 2 am ya el tema de la herencia. Y empezaron las cosas y los reproches, y empezaron a notarse las distancias y la verdad...me dieron ganas de decirles que se queden con todo y me dejen en paz...no puedo ni debo renunciar a lo que es mío que por desgracia el dinero no me sobra.
Pero me dan ganas.
Y ni un mínimo gesto de aprecio, ni de agradecimiento por haber pasado para su comodidad y tranquilidad ese mal trance yo en lugar de sus hijos...ni siquiera un gesto de cariño ni se conmueven tan siquiera al ver las lágrimas.
Ni recuerdan a mi madre.
Y tengo que terminar diciendo que lo peor no ha sido sin duda el trance de la muerte, que con 91 años era tan esperada, como lo que deja de mal sabor saber que mi familia...no me quiere. Así de infantil como lo digo.
Jamás apreciaron nada de lo que es especial y bueno en mí, ni siquiera cuando toda la vida vieron gestos de ello...y lo que no tengo, las trazas de triunfadora en esta vida, son las únicas que parecen medir.
Se las regalo.
Vaya, me extendí...pero no puedo dormir, y supongo que todo esto mejor fuera que dentro. Porque mentiría si no dijera que duele.
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