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Más golf para la Wii
La perspectiva con la que podemos juzgar We Love Golf puede determinar de forma radical nuestra opinión sobre el juego de Camelot que, sin duda alguna es más que reseñable aunque desde la más estricta sinceridad, decepcionante.
El término decepción tiene una resonancia demasiado negativa y catastrofista, cuando de forma original alude a una adulación, en este caso históricamente merecida y necesaria. Camelot está detrás de prácticamente la mayoría de los mejores videojuegos de golf de la última década, donde destacan auténticas revoluciones en el género como Everybody´s Golf, Mario Golf Color o la entrega respectiva a Game Cube. Tras el desbarajuste emocional que nos provocó probar de forma vergonzante como algunas de las promesas de Wii caían con su propio peso con la demo-juego incluida (Wii Sports), fue sin duda alguna el mini-juego de golf el que despertó en prácticamente todo el mundo la mayor simpatía.
Bien, hace casi dos años de eso y aún esperamos un juego que logre, por lo menos, plantarle cara. Y We Love Golf, ante mi asombro, no lo logra. Camelot ha intentado de forma honorable, buscarle los tres pies al gato y crear una fórmula convincente, robusta y atractiva…pero lejos de ser la que aún ansiamos. El control lejos de ser 1:1 (quizás Camelot se reserve para un próximo Mario Golf con la tecnología del Wii Motion Plus) es una adaptación completamente libre y de echo significativamente abstracta (se juega mejor, sin lugar a dudas, sentado y relajado) que nuestro movimiento natural ante un juego de Golf de Wii (mover el sofá, apartar las lámparas y dar rienda suelta a nuestro mejor swing). Realmente una vez adaptados a sus restricciones, el control es fiable, distintivo y premia al jugador empírico.
Una vez presionemos el botón A, comenzará la secuencia de tiro. Tendremos que arquear la muñeca hasta donde creamos oportuno (cuanto más exagerado sea el movimiento, más fuerte tiraremos). Para practicar tan sólo tendremos que presionar el botón B y para realizar los movimientos especiales (marca de la casa, topspin y backspin) los botones – y +, una solución funcional pero poco elegante.
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