Una historia de pedruscos, antenas y “dentiagudos”.
En ocasiones, muchas personas vuelven la mirada atrás: dinosaurios, cavernícolas y humanos primitivos viviendo las durezas de la vida prehistórica. No obstante ¿Y si dinosaurios y humanos hubiesen convivido? ¿Y si, además de dinosaurios, el principal comodín de cierto canal dedicado a la “historia” también hubiese convivido? Con esta premisa presentamos Primal Planet, una historia de pedruscos, antenas y “dentiagudos”. Primal Planet es un juego metroidvania indie pixelado con toques de aventura. Es el resultado del trabajo de Seethingswarm y la editora Pretty Soon. Sin más dilación pasaremos a comentar los principales aspectos de este título.
Aventuras terrícolas y espaciales
Primal Planet nos depara una experiencia de juego ubicada en un planeta prehistórico. Un mundo donde cohabitan hombres prehistóricos con…dinosaurios y otros animales. En este contexto el jugador asume el papel de un troglodita miembro de una de las tribus habitantes. Un cabeza de familia que nada más empezar la partida se separa de su familia debido a que son perseguidos por un T-Rex. Poco después, tras reunirse con su mujer, su hija y una mascota en forma de pequeño dinosaurio, todos regresan con el resto de la tribu. Sin embargo, la tranquilidad dura poco: otra tribu incendia y ataca la aldea. Por si fuera poco, unos individuos llegados del cielo empiezan a secuestrar formas de vida del planeta, tanto animales como humanas. Bienvenidos a Primal Planet.
Al igual que muchos metroidvania en 2D, Primal Planet nos ofrece una jugabilidad en forma de desplazamiento lateral a lo largo de un mapa considerablemente grande. En estos momentos hay dos grandes zonas en el juego, por un lado, ese mundo salvaje donde viven nuestros protagonistas y su tribu. Dentro de esta primera gran zona encontramos varios biomas. Tanto selva como bosque, mar, una base subacuática entre otros.
Por otro lado, una gran base alienígena ubicada en una luna (es de suponer que esa luna pertenece al planeta de Primal Planet). Accesible a través de un gran portal interestelar. Ambas zonas ofrecen una cantidad de horas de exploración no excesivamente elevada. Hay zonas secretas e incluso un sistema de viaje rápido (en ambas zonas, pero más importante en el planeta “Primal”). Ahora bien, este sistema no permite elegir a donde ir, simplemente, al entrar en uno de los portales aparecemos en otro portal predeterminado. Además, para hacerlos funcionar, necesitamos una especie de “chip” y baterías. Realmente, no podremos contar con ese sistema completo hasta aproximadamente la mitad del juego. Esto supone dar vueltas innecesarias.
Por supuesto, como nuestro troglodita es extremadamente inteligente, tras ver como hacen uso los alienígenas de esos portales, comprende instantáneamente su funcionamiento. Como veremos más tarde, nuestro protagonista es un ejemplo de un hombre de provecho capaz de realizar de forma exitosas múltiples tareas. Pero resulta poco creíble esa capacidad de “aprendizaje”.