Cuatro juegos van ya en los que Game Freak deja volar su imaginación y se embarca en aventuras diferentes y originales. Little Town Hero es la cuarta. Esperemos que se cumpla lo de que no hay quinto malo.
Menos es más (hablando de texturas)
Game Freak es sinónimo de Pokémon desde hace más de 25 años. En todo este tiempo y con un buen puñado de juegos de la saga a sus espaldas, sólo 4 veces han sacado sus pies del tiesto para meterse en proyectos ajenos a la franquicia. Esto les ha permitido crear juegos más frescos, ajenos al género RPG y con sistemas de juego diferentes a lo que otros nos habían ofrecido hasta ahora. Tras Drill Dozer para GBA nos deleitaron con dos jotas en Nintendo 3DS: Harmoknight (un delicioso plataformas musical) y Pocket Card Jockey (el tradicional solitario de cartas con un giro espectacular). Ahora deciden probar suerte sin salirse del género de los RPG, pero su resultado no nos termina por convencer.
La presentación es soberbia. Vivimos refugiados en una pequeña villa, al amparo del gran castillo que impide que salgamos a los peligros del exterior. Y nosotros, como niños y héroes en ciernes, queremos ver ese mundo del que nos están privando. Pero poco a poco las cosas se van complicando y no todo es lo que parecía ser. Todo esto viene envuelto en unos gráficos espectaculares que lucen más cuanto más simples y planos, ya que el juego pierde algo de claridad en las zonas donde hay texturas mal definidas. Los escenarios son preciosos y muy detallados, aunque los personajes no principales repiten los modelos.
El nivel sonoro está también a otra liga. El trabajo de Toby Fox, el aclamadísimo creador de Undertale, pone su trabajo (en compañía de Hitomi Sato) a disposición de Game Freak en una banda sonora que no deja indiferente, con gran variedad de géneros y bastante alejada de lo que (a mi parecer) suele verse en los juegos de rol oriental.
Si todo por separado funciona, ¿por qué falla la suma?
¿Dónde peca entonces este Little Town Hero? Pues en aquello en lo que intenta desmarcarse del resto de los RPG. Funciona muy bien como RPG corto para quienes no pueden (o no quieren) dedicarle 80 horas a una aventura, subiendo niveles y visitando mil lugares. Pero falla en los combates, que resultan algo monótonos y largos como un día sin pan. La idea subyacente es buena: es una suerte de combate por cartas camuflado (en lugar de cartas se usan ideas), cada una con su ataque, su defensa y su coste de activación. Una vez pagado su coste, podremos usarlas hasta que nos las destruyan. Las hay de tres tipos, especializadas en ataque, en defensa o las que tienen efectos especiales. Si conseguimos destruir todas las ideas del enemigo y a nosotros nos queda alguna de ataque, podremos atacar directamente al cuerpo.
Los combates no son estáticos, es decir, no se celebran en un sitio fijo, sino que nos iremos moviendo por la aldea. En cuanto acaba un round (uno de los dos contrincantes se queda sin ideas para combatir) tiraremos el dado y nos iremos a una nueva localización. Estas localizaciones tendrán efectos en los combates y en ocasiones podremos contar con la ayuda de personajes secundarios que nos darán algún efecto adicional.
