Yakuza Kiwami

Sega vuelve a apostar por meternos de lleno en una de sus sagas más exitosas en Japón.

Hace ya 11 años que salió en España la versión occidental de Ryu Ga Gotoku, si bien seguramente no os suene ni por este nombre, ni por su traducción literal, "como un dragón". Me gustaría decir que el juego demostró ser un brutal y rotundo éxito, pero seamos sinceros. Eran los últimos estertores de una consola tan longeva y prolija como lo fue PlayStation 2, y su nuevo nombre, Yakuza, contrasta sobremanera con las auténticas intenciones del título. Todo esto en una época en la que todos los juegos se comparaban por un motivo, o por otro, a GTA: San Andreas. Vamos, resumiendo, que el juego se convirtió en un clásico de culto, de esos que de los que te llegan a pedir cantidades cercanas a la centena años después de su lanzamiento si lo encuentras precintado.

Por suerte, la franquicia agarró con fuerza en Japón, y Sega no terminó de abandonarnos, localizando la mayoría de títulos con mayor o menor acierto, trayéndonos ahora a un tremendo resurgir de la franquicia en occidente. Tras el lanzamiento de Yakuza 0 en enero, nos llega ahora su secuela natural, Yakuza: Kiwami, un remake de la primera aventura de Kiryu Kazuma, el Dragón de Dojima.

La presentación en sociedad del Dragón

Yakuza: Kiwami se ambienta principalmente en la vida nocturna del barrio ficticio de Kamurocho, en Tokio. Burdeles, bares, restaurantes de comida rápida, recreativos... todos ellos, por supuesto, bajo la protección de los yakuza del gigantesco conglomerado de la familia Tojo. Kazuma es uno más en las filas de la familia Dojima, asociados del clan Tojo. Su vida es especialmente trágica. Huérfano, sólo puede considerar familia a Shintaro Kazama, yakuza de profesión, y a sus compañeros de orfanato, y prácticamente hermanos de facto, Akira Nishikiyama y Yumi Sawamura. Kazuma tardó poco en seguir los pasos de su figura paterna, uniéndose a la misma familia que Kazama en cuanto tuvo oportunidad.

Sin embargo, todo se va al traste las navidades del año 1995, cuando Kiryu es sorprendido en la oficina del clan Dojima con una pistola humeante en la mano... y el cadáver del patriarca en el suelo. Condenado a diez años por asesinato, y expulsado con deshonor de la familia a la que debe todo, Kazuma vuelve a Kamurocho en las navidades del año 2005, justo el mismo día en el que se hace público el robo de 10.000 millones de yenes de las arcas del clan Tojo, asesinan al patriarca Masaru Sera y aparece una misteriosa niña. Demasiadas casualidades en muy poco tiempo...

Puedes empezar a intuir que una de las partes más complejas de Yakuza es, precisamente, su trama. Pero si bien los más novatos seguramente se pasen hasta el final del juego confundiendo a Kazuma con Kazama, en realidad no es tan complicado distinguir a todos los personajes principales. Tendremos bastante tiempo de historia, cinemáticas y ostias con ellos para conocerlos a ellos y su papel en toda la tragedia que se irá escribiendo ante nosotros. Además, en mi opinión, este título consigue presentar mejor la trama y sus personajes que en PS2, si bien es cierto que hay ciertos personajes que no recibirán presentación formal alguna, como los relacionados con la alianza Omi, la familia de Osaka rival del clan Tojo, dependiendo de nuestra experiencia anterior con la saga para entendernos. Aunque no os preocupéis si sólo habéis jugado a Yakuza Zero, ya conocéis a la mayoría de los personajes.