No obstante, en la práctica totalidad de las situaciones podremos enfocarla a nuestro antojo, aunque tiene un movimiento tan lento que desespera. Las versiones jugables de los cortos más populares de Mickey y Oswald están enfocadas a las plataformas puras y duras. Han conseguido trasladar a la perfección el espíritu y las situaciones de esas películas de animación, pero se quedan un poco flojas en lo que a reto se refiere. Además, aunque entretenidas, resulta demasiado repetitivo tener que pasar por ellas una y otra vez cada vez que queremos viajar de un área a otra.
Se echa de menos algún tipo de transporte rápido que agilice el proceso. Y ya por último nos queda comentar el tema principal del juego: el uso de la pintura y el disolvente. A pesar de ser los elementos que le dan sentido al juego, se trata de dos meras herramientas que materializarán nuestras decisiones. La pintura equivale, casi siempre, a tomar el camino del bien, mientras que el abuso del disolvente tendrá consecuencias negativas que minarán la confianza de los personajes en Mickey.
Esta bipolaridad del personaje se verá remarcada en un medidor que indicará hacia qué lado se inclina la balanza, aunque serán nuestras acciones las que terminen decidiendo cuáles serán nuestras recompensas. Cabe la posibilidad de que el medidor esté lleno de disolvente porque hemos decidido borrar todo el escenario, pero si nuestras decisiones a la hora de resolver las misiones fueron bondadosas, las recompensas no se verán afectadas.
La pintura funciona de la misma forma, pero construyendo cosas en lugar de hacerlas desaparecer. El uso combinado de ambas será fundamental para poder avanzar y descubrir todos los secretos que esconden los escenarios, aunque se echa en falta que los cambios que provocamos en el escenario se mantengan. Nos hubiera gustado que, tras pintar todas las casas o que tras destruir toda una selva, los cambios perduraran al salir y que a la vuelta todo siguiera como lo habíamos dejado. Pero el estado de los mismos se reinicia una y otra vez.
En las peleas contra los enemigos la pintura y el disolvente funcionan de igual forma. La pintura nos permite convertirlos en amigos que nos ayudarán a luchar contra los demás y el disolvente provocará su aniquilación. Pero el sistema de juego también se traslada a aquí y, salvo en determinadas ocasiones, las luchas contra los enemigos también serán optativas, pudiendo esquivarlos si nos apetece. Aunque aquí también entran en juego una serie de objetos que usaremos a lo largo del juego. La televisión, por ejemplo, podrá utilizarse en plena batalla para distraer a los enemigos. Cuando se queden embobados mirando el corto de Steambot Willie, podremos aprovechar para atizarles o para huir sin arriesgarnos a perder nuestros puntos de vida.
