Hatschi, el bravo sarraceno, volvió a su pueblo natal. Sigurd, el intrépido héroe, abandonó el Sur y se puso en camino hacia su querida Franconia. Bjami y Crya, a los que les unía algo más que una buena amistad, volvieron a Bizancio para recuperarse de los esfuerzos realizados en su aventura en el palacio del padre de Cyra, el Emperador de Bizancio.
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