En los primeros minutos de juego nos damos cuenta de la dimensión de los problemas que tendremos que afrontar. Con cada paso, cada relámpago o cada metro recorrido, tenemos claro que no somos bienvenidos en este planeta, que estamos solos (de momento) y que tenemos a nuestra disposición una nava un tanto peculiar con la que escapar de este infierno: una rueda gigante.
Una vez en la nave recibimos una transmisión desde la tierra con unas instucciones bastante claras para abandonar el planeta ya que, aparte de todos los peligros que tiene en su haber, hay otro más catastrófico aún, el sol del planeta es extremadamente letal, tan letal, que mientras tratamos de huir de sus rayos directamente, tendremos que recolectar minerales y diferentes materiales para mejorar nuestra nave/rueda gigante y por consiguiente, huir de la radiación solar y llegar al punto de recogida para salir del planeta.