Visualmente, el juego es un espectáculo de luz y color. La dirección artÃstica abraza una estética que mezcla el cel-shading de los personajes con entornos de neón futurista, creando un conjunto no cuanto menos interesante. Los modelos de los personajes y sus vehÃculos están llenos de encanto, y las opciones de personalización, tienen un diseño genial. Donde de verdad saca músculo es en los efectos visuales: la estela del turbo, las explosiones de confeti al encestar una canasta y, sobre todo, la onda de choque del "Drag Drive" llenan la pantalla de una forma espectacular. En el rendimiento no tenemos pega. Los 60 fotogramas por segundo son sólidos, sin una sola caÃda, al menos en nuestro caso, garantizando una experiencia fluida y sin excusas.
Sin embargo, toda esta belleza técnica se ve empañada por una alarmante monotonÃa en el diseño de las pistas. Aunque cada cancha tiene pequeños detalles distintivos, en la práctica, todas se sienten como el mismo estadio con una capa de pintura diferente. La estructura es idéntica, la paleta de colores apenas varÃa... Se echa en falta una mayor variedad de entornos que rompa visualmente. ¿Una cancha en la luna con baja gravedad? ¿Otra en una jungla con obstáculos naturales? ¿Una en un volcán con lava como lÃmite del campo? La falta de imaginación en este aspecto es palpable y hace que el juego se sienta repetitivo mucho antes de lo que deberÃa.
La banda sonora es una colección de temas electrónicos y pop-rock enérgicos, pegadizos y optimistas. Es la tÃpica música de Nintendo que cumple a la perfección su cometido: inyectar adrenalina, mantener un tono alegre y desenfadado en todo momento. Donde de verdad brilla con luz propia es en el diseño de sonido. Cada acción tiene un feedback sonoro claro, contundente y tremendamente satisfactorio. El "clack" metálico de las sillas al chocar, el zumbido creciente del turbo cargándose y, sobre todo, el estruendo del balón al golpear la red o encestar... todo está diseñado para que sientas el impacto de tus acciones. Este apartado es crucial, ya que ayuda a mitigar la extrañeza del control por movimiento, dándote una respuesta auditiva perfecta de lo que está ocurriendo en la cancha.
Conclusión
Drag x Drive es una de las propuestas más valientes. Es una joya competitiva en su núcleo jugable, con un control único que, en sus mejores momentos, es pura adrenalina. Sin embargo, esta genialidad se ve irremediablemente lastrada por una falta de contenido. Es como tener una silla de ruedas de carreras de última generación, pero sin baterÃa para salir del garaje. Es un juego con un potencial enorme que podrÃa convertirse en el próximo gran fenómeno... si Nintendo lo cuida y lo expande urgentemente. Tal y como está ahora, es una experiencia divertida, pero superficial. Un primer triple para Nintendo Switch 2, pero que corre el riesgo de quedarse en el banquillo por no tener fondo de armario.