Pero aquà encontramos el primer gran "pero". Si bien la idea busca la inclusión, en la práctica es un obstáculo. Jugar durante un rato cansa fÃsicamente y el espacio puede ser un problema. Es un concepto admirable que choca de frente con la comodidad del jugador. Es como una sesión de rehabilitación, pero al menos aquà puedes meter encestar en lugar de apilar sufrir los meneos del fisio.
Para añadirle profundidad, tenemos tres perfiles de jugador que definen tu rol, y aquà el juego acierta de pleno:
- El Ariete: La punta de lanza, centrado en el ataque puro y duro.
- El Muro: El guardián, la última lÃnea de defensa.
- El Táctico: El cerebro del equipo, el maestro del pase y el control.
Pero aquà viene el golpe de realidad, el problema que amenaza con hundir el juego: la alarmante falta de contenido. Rocket League es un monstruo vivo, y Drag x Drive es una foto fija. En el online, no hay un modo competitivo con rangos y temporadas que te pique a mejorar. No hay eventos de fin de semana, ni modos de juego alocados por tiempo limitado. Y en el offline, la cosa es aún peor: el contenido para un jugador es un desierto absoluto. ¿Un modo torneo contra la IA? ¿DesafÃos de habilidad con medallas? ¿Una pequeña campaña narrativa? Nada. Es un esqueleto jugable al que le falta toda la carne, un juego que pide a gritos una buena ampliación de contenidos para ser jugado pero que no te da motivos para quedarte a dÃa de hoy.