Todos los edificios son explorables y contienen recursos en su interior, algo que me recuerda enormemente a los últimos Fallout. Con esos recursos podemos mejorar armas y guante, empleando unas máquinas con forma de nevera y voz femenina y extremadamente tórrida. Para la fabricación de armas necesitaremos encontrar primero un plano, así como también tendremos que hacernos con piezas especificas de mejora para las mismas.
Para las habilidades especiales emplearemos “polímeros”. Esta palabra es con mucha diferencia la mas repetida durante toda la partida, ya que parecen valer para todo. Son algo así como los plásmidos en Bioshock. Entre los poderes encontramos el de lanzar rayos eléctricos, chorros de congelación y de polímeros, un útil escudo para repeler los ataques y otras mejoras varias para nuestro personaje, como mas velocidad, resistencia al daño, etc. Un limitado espectro de opciones que permite disfrutar de ciertas sinergias interesantes.
Por ejemplo, podemos congelar un enemigo rápido o cuyo punto débil esta a la espalda, para después rematarlo tranquilamente. También podemos electrificar un nido de robots voladores para detener sus oleadas mientras priorizamos a otros objetivos. Incluso si somos lo suficientemente astutos, podemos emplear el chorro polimérico, altamente inflamable, para conectarlo a una fuente de calor y liarla parda entre las filas enemigas. La lista de armas engloba varias cuerpo a cuerpo con propiedades ligeramente diferentes, especialmente en su ataque especial, y otras de fuego que se dividen en clásicas (con munición) y eléctricas (con una batería que se recarga automáticamente y con nuestras acciones).
Es un juego difícil, que exige esquivar con frecuencia y hacer una correcta gestión del limitado arsenal, aunque permite rebajar su nivel en cualquier momento. El reto suele venir más por la cantidad y agilidad de los enemigos, que nos abruman constantemente, que por la complejidad del combate en si mismo. De hecho, me he encontrado en varias ocasiones tan rodeado de criaturas que no podía moverme del sitio.
El espectacular arte soviético
Si hay algo que me ha dejado flipando por encima de lo demás ha sido el diseño artístico del mundo. Una amalgama de diseños retrofuturistas empaquetados en un entorno de edificios brutalistas que tan de moda puso la URSS. Desde los enormes edificios que nos descoyuntan el cuello, como los robots con mostacho, o la tecnología “de granja” y su fusión con los entornos naturales, completan una idea de la Rusia anacrónica enormemente atractiva y coherente.
En interiores hay un equilibrio aceptable entre piezas de entorno reutilizadas de otras partes y elementos únicos, espectaculares, acordes con la temática propia del lugar. En exteriores se nota un bajón visual importante, con una notable rebaja de las calidades. Espero que en la versión de PC no sea tan llamativo como en consola. A pesar de esto último el rendimiento del juego se mantiene a unos 60fps, bastante estables en la mayoría de los casos.
