Los Mejores de 2022 para Sandor

Sí. Sí, habéis leído bien. Entre un juego de gestión de universidades y por un juego de una streamer loca, ¿qué encaja mejor que algo tan sumamente conocido y normal como Call of Duty Modern Warfare II? Se que muchos habréis torcido el morro, algunos porque siempre mola llevar la contraria a la mayoría, otros porque sinceramente es un tipo de juego que no os guste, pero como jugador de toda la vida de Counter Strike, que ya lo flipó en su momento en 360 con Modern Warfare, este nuevo reboot ha sido simplemente increíble, un flechazo que me ha cogido por banda y no me he podido quitar de encima. Estamos ante uno de los juegos con mejor factura técnica, ideal para estrenar tarjetas gráficas con miles de tensor cores, con su ray tracing épico y demás… aunque el lanzamiento del título fue bastante particular entre la cantidad de veces que se quedaba colgado y su relativamente corta duración.  Es cierto que Call of Duty es víctima en muchos aspectos de su propio éxito, espoleado además por unos dueños que buscan cortar el juego en lonchas de micras de grosor para conseguir venderte cada vez más contenido, cada vez más caro. No tendremos mapas personalizados, ni servidores dedicados, ni skins de usuario, ni sprays, ni más de cuatro mapas en el lanzamiento, ni mil y una características más que se considerarían imperdonables en otro título. Pero es que es simplemente tan divertido, y tan adictivo, que no tengo más remedio que reconocer que lo adoro. Este año si que han acertado, pese a todas sus pegas.

Seguramente sea la primera vez que añado a un juego a este top no por lo bueno que es… sino por lo malo, decepcionante, y sin embargo, liberador que es. Cuando salieron los primeros tráileres de Return to Monkey Island, mi corazoncito dio un vuelco. Como coetáneo de las aventuras de Lucasarts, después de haber escuchado durante tantos años a Ron Gilbert denostar las secuelas realizadas por personas que no eran él, y guardar con un recelo estúpido su idea de cual sería el secreto de Monkey Island (¡ni que hubiera importado alguna vez!), ver como se ponía de nuevo a los mandos para traernos una ¿última? aventura de Guybrush sonaba tremendamente bien sobre el papel. Luego llegaron las imágenes y los videos con el nuevo estilo gráfico. Que el desarrollo fue en apenas unos meses.  Pero aun había motivos para soñar. Hasta que por fin llegó, y nada más empezar, Ron Gilbert se marcó un Matrix Resurrection, dejándonos claro que sí, que por algún motivo, iba a volver a hacer un juego para esos niños de 40 tacos que peinan canas, si es que aun les quedan pelos en la calva. Mensaje captado, Ron, no entiendo por qué eres tan claro en tu juego, y sin embargo, luego das entrevistas comentando que es posible que hagas otra entrega más. Personalmente, supongo que Return to Monkey Island no deja de ser uno de los puntos álgidos de 2022, pero no por su calidad o porque sea un juego bueno, sino por reencontrarnos con nosotros mismos y ver de nuevo con otra luz juegos injustamente denostados como Curse of Monkey Island. Aventuras gráficas largas, divertidas, que realmente se hicieron con un cierto amor que en esta nueva entrega no abunda precisamente. Es hora de pasar página.