Sekiro: Shadows Die Twice

PC, PlayStation 4, Xbox One
9.8
Sekiro: Shadows Die Twice 10 TodoJuegos
Publicado el 06-05-2019 a las 22:49 <<   Página 2 de 4   >>   
Autor: Alejandro "Sandor" Dobeson

Esto supone un cambio radical a la hora de combatir a nuestros enemigos. Seguiremos teniendo la opción de matarlos y punto, pero lo haremos de forma mucho más eficiente si somos pacientes y contrarrestamos sus ataques. Si nos cubrimos en el momento justo, con el ya clásico R1 o equivalente, en lugar de hacerle daño al enemigo, lo que haremos será dañar su postura. Cuanto más daño acumule en su forma de combatir, más fácil es que caiga al suelo y nos desvele algún punto crítico, marcado en el juego por un revelador círculo rojo sangre. Una vez tengamos este indicador a la vista, bastará un sólo toque con nuestra katana con L1 o equivalente, y nos despediremos de nuestro enemigo. Puede parecer una diferencia mínima con el clásico combate de esquivas y envites, pero para mí, cambia radicalmente todo el juego. Porque, creedme... hay pocas cosas tan satisfactorias como ponerse frente a un enemigo que sabes que es capaz de acabar con nosotros de un golpe, y que ni nos huela. Apartar su arma, cortarle el corazón, y seguir adelante como si tal cosa. Es una sensación de maestría indescriptible.



Obviamente, no todos los enemigos serán tan fáciles de tentar y contraatacar. Los soldados normales, con sus espadas sin filo, no nos supondrán un gran desafío, pero no tardaremos en toparnos con mortíferos forzudos, que no nos darán ni un respiro para cubrirnos, o las letales y larguísimas lanzas, que requerirán de una habilidad especial para ser paradas. Tampoco tardaremos en encontrarnos enemigos más poderosos, como los generales, tan armados que requerirán de dos heridas mortales antes de caer, o los hábiles cazadores de shinobis, tan hábiles con sus armas como devotos. Además, el título encuentra en el folclore una forma de meter variedad entre sus enemigos, al traer a criaturas demoníacas como los hombres rata o los temibles ogros. No obstante, todos y cada uno de estos enemigos cuenta con su debilidad, o incluso, con la posibilidad de acabar con ellos inmediatamente (o infligirles una de las varias heridas que necesitan para morir) si somos capaces de sorprenderlos por la espalda. Y, como decía antes... no os podéis ni imaginar la satisfacción que supone conseguir esto. Y los jefes... maldita sea. Nos encontraremos con jefes menores a lo largo de los niveles que nos impedirán el avance, pero ni que decir tiene que nos espera un auténtico desafío por delante sólo comparable en magnitud a la satisfacción de conquistarlo.

Las armas de un ninja


Dejando ya claro que el combate de Sekiro: Shadows Die Twice, si bien es igual de brutal y implacable de lo que cabe esperar de From Software, el juego fomenta sin lugar a dudas que nos comportemos como un shinobi. Da igual la situación, pero siempre tendremos más posibilidades de sobrevivir si nos paramos a comprobar el terreno y nos lo tomamos con calma. No nos encontraremos con trampas facilonas e injustas como las que había en Dark Souls, pero eso no quita para que el juego sea tremendamente difícil si no nos lo tomamos en serio. Para ayudarnos en nuestra tarea de salvar al heredero divino, el escultor nos repondrá nuestro brazo perdido, poniéndonos una prótesis que podremos ir mejorando conforme avancemos en el juego.

Gracias a esta prótesis, podremos realizar varias acciones que, si bien son pura fantasía, funcionan perfectamente en el ambiente de Sekiro. La primer acción, realmente imprescindible, es el gancho, con el que podremos escalar a algunas superficies siempre que estemos lo suficientemente cerca. De esta forma, nuestra rutina habitual cuando lleguemos a un nuevo sitio será buscar un lugar alto donde poder vigilar los alrededores y trazar nuestro próximo plan. Además, no tendremos ningún tipo de limitación a la hora de usar esta habilidad, por lo que más nos vale darle uso y aprender cómo vale más una retirada a tiempo, que una muerte honrosa. Por supuesto, el juego también se guarda esos momentillos en los que si somos capaces de encadenar la habilidad correctamente, seremos protagonistas de auténticas bellezas en movimiento.

El resto de herramientas del brazo cumplen otra labor, ya que estas sí que son limitadas. Necesitaremos emblemas espirituales para poder gastarlas, un coleccionable que obtendremos explorando el mundo o matando enemigos. Además, para poder desbloquear una herramienta, primero tendremos que encontrarla (o comprarla, según la herramienta), y volver a la casa del escultor para que se nos equipe en el brazo. Al principio, sólo podremos contar con un lanzador de shurikens que nos permitirá atacar a distancia a ciertos enemigos, si bien su daño es algo reducido, pero no tardaremos en encontrar cañones para esconder bajo el brazo, silbatos con los que confundir a nuestros enemigos, hachas con las que romper escudos, o incluso petardos explosivos. Lo malo de todas estas herramientas es que, si bien algunas son imprescindibles para acabar con según qué jefe y enemigos, su naturaleza limitada hace que nos lo pensemos más de una vez antes de echar mano de ellas. Aunque hay que reconocer que el último parche ha mejorado mucho la frecuencia de aparición de emblemas...
Caratula

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