Esto supone un cambio radical a la hora de combatir a nuestros
enemigos. Seguiremos teniendo la opción de matarlos y punto, pero lo
haremos de forma mucho más eficiente si somos pacientes y
contrarrestamos sus ataques. Si nos cubrimos en el momento justo, con el
ya clásico R1 o equivalente, en lugar de hacerle daño al enemigo, lo
que haremos será dañar su postura. Cuanto más daño acumule en su forma
de combatir, más fácil es que caiga al suelo y nos desvele algún punto
crÃtico, marcado en el juego por un revelador cÃrculo rojo sangre. Una
vez tengamos este indicador a la vista, bastará un sólo toque con
nuestra katana con L1 o equivalente, y nos despediremos de nuestro
enemigo. Puede parecer una diferencia mÃnima con el clásico combate de
esquivas y envites, pero para mÃ, cambia radicalmente todo el juego.
Porque, creedme... hay pocas cosas tan satisfactorias como ponerse
frente a un enemigo que sabes que es capaz de acabar con nosotros de un
golpe, y que ni nos huela. Apartar su arma, cortarle el corazón, y
seguir adelante como si tal cosa. Es una sensación de maestrÃa
indescriptible.
 Obviamente, no todos los enemigos serán tan
fáciles de tentar y contraatacar. Los soldados normales, con sus espadas
sin filo, no nos supondrán un gran desafÃo, pero no tardaremos en
toparnos con mortÃferos forzudos, que no nos darán ni un respiro para
cubrirnos, o las letales y larguÃsimas lanzas, que requerirán de una
habilidad especial para ser paradas. Tampoco tardaremos en encontrarnos
enemigos más poderosos, como los generales, tan armados que requerirán
de dos heridas mortales antes de caer, o los hábiles cazadores de
shinobis, tan hábiles con sus armas como devotos. Además, el tÃtulo
encuentra en el folclore una forma de meter variedad entre sus enemigos,
al traer a criaturas demonÃacas como los hombres rata o los temibles
ogros. No obstante, todos y cada uno de estos enemigos cuenta con su
debilidad, o incluso, con la posibilidad de acabar con ellos
inmediatamente (o infligirles una de las varias heridas que necesitan
para morir) si somos capaces de sorprenderlos por la espalda. Y, como
decÃa antes... no os podéis ni imaginar la satisfacción que supone
conseguir esto. Y los jefes... maldita sea. Nos encontraremos con jefes
menores a lo largo de los niveles que nos impedirán el avance, pero ni
que decir tiene que nos espera un auténtico desafÃo por delante sólo
comparable en magnitud a la satisfacción de conquistarlo.
Las armas de un ninja
Dejando
ya claro que el combate de Sekiro: Shadows Die Twice, si bien es igual
de brutal y implacable de lo que cabe esperar de From Software, el juego
fomenta sin lugar a dudas que nos comportemos como un shinobi. Da igual
la situación, pero siempre tendremos más posibilidades de sobrevivir si
nos paramos a comprobar el terreno y nos lo tomamos con calma. No nos
encontraremos con trampas facilonas e injustas como las que habÃa en
Dark Souls, pero eso no quita para que el juego sea tremendamente
difÃcil si no nos lo tomamos en serio. Para ayudarnos en nuestra tarea
de salvar al heredero divino, el escultor nos repondrá nuestro brazo
perdido, poniéndonos una prótesis que podremos ir mejorando conforme
avancemos en el juego.
Gracias a esta prótesis, podremos realizar
varias acciones que, si bien son pura fantasÃa, funcionan perfectamente
en el ambiente de Sekiro. La primer acción, realmente imprescindible,
es el gancho, con el que podremos escalar a algunas superficies siempre
que estemos lo suficientemente cerca. De esta forma, nuestra rutina
habitual cuando lleguemos a un nuevo sitio será buscar un lugar alto
donde poder vigilar los alrededores y trazar nuestro próximo plan.
Además, no tendremos ningún tipo de limitación a la hora de usar esta
habilidad, por lo que más nos vale darle uso y aprender cómo vale más
una retirada a tiempo, que una muerte honrosa. Por supuesto, el juego
también se guarda esos momentillos en los que si somos capaces de
encadenar la habilidad correctamente, seremos protagonistas de
auténticas bellezas en movimiento.
 El resto de herramientas del
brazo cumplen otra labor, ya que estas sà que son limitadas.
Necesitaremos emblemas espirituales para poder gastarlas, un
coleccionable que obtendremos explorando el mundo o matando enemigos.
Además, para poder desbloquear una herramienta, primero tendremos que
encontrarla (o comprarla, según la herramienta), y volver a la casa del
escultor para que se nos equipe en el brazo. Al principio, sólo podremos
contar con un lanzador de shurikens que nos permitirá atacar a
distancia a ciertos enemigos, si bien su daño es algo reducido, pero no
tardaremos en encontrar cañones para esconder bajo el brazo, silbatos
con los que confundir a nuestros enemigos, hachas con las que romper
escudos, o incluso petardos explosivos. Lo malo de todas estas
herramientas es que, si bien algunas son imprescindibles para acabar con
según qué jefe y enemigos, su naturaleza limitada hace que nos lo
pensemos más de una vez antes de echar mano de ellas. Aunque hay que
reconocer que el último parche ha mejorado mucho la frecuencia de
aparición de emblemas...
|
|
|