La mayor parte del tiempo lo pasaremos en nuestra mazmorra,
dando órdenes a nuestros esclavos para excavar el subterráneo alrededor
del corazón de nuestra mazmorra en busca de oro y riquezas. Con este oro
podremos comprar habitaciones, tales como guaridas para criaturas o
granjas de pavos, indispensables para poder empezar a contratar a un
ejército del mal. Esta es una de las principales diferencias con Dungeon
Keeper, y es que de normal, las criaturas no se unirán a nuestro bando
sin más, sino que tendremos que contratarlas. También tendremos que
gastar parte del oro que obtengamos en investigar las diferentes
habitaciones que podremos construir, las diferentes criaturas que
podemos contratar y ampliar los lÃmites de población de nuestra
mazmorra. No obstante, no es oro todo lo que reluce, y tardaremos poco
tiempo en necesitar salir a la superficie si queremos seguir avanzando
en nuestra pecaminosa gesta.

En el modo mazmorra, nuestras
criaturas se moverán solas y cuidarán de sà mismas y de nuestra morada,
defendiéndonos automáticamente de los héroes itinerantes en busca de
fama y fortuna. Pero todo cambiará cuando deseemos hacer una incursión
al exterior. Tras escoger al grupo que queramos enviar, o dicho de otra
manera, una vez les demos una patada fuera de nuestra mazmorra, podremos
visitar los reinos de los humanos pulsando sólo una tecla. Aquà las
reglas del juego varÃan totalmente y el juego se comporta más como el
tÃpico juego de estrategia en tiempo real.
Un Warcraft 3 light en controles cooperativo
Tendremos
que comandar a nuestras tropas a través de las defensas humanas,
sembrando el caos allá por donde vayamos y asà obtener Maldad, un
recurso sin el cual no podremos ni mejorar a nuestros héroes, ni a
nuestras criaturas, ni obtener ciertas habitaciones. Lo malo es que no
tardaremos mucho en darnos cuenta de que la interfaz no está todo lo
adaptada a un mando como deberÃa. Echaremos rápido en falta comandos
para hacer grupos, una manera de seleccionar unidades heridas para poder
retirarlas a tiempo, hasta los avisos visuales de la salud restante de
cada monstruo no son todo lo claros que deberÃan. Si, está claro,
Dungeons 3 no es StarCraft o WarCraft, ni de lejos. Pero se echan en
falta opciones que llevan presente en los RTS desde hace décadas... se
nota que el componente de invasiones fuera de la mazmorra es algo
adicional a la construcción de nuestro cubil.
Si bien la parte de
estrategia en tiempo real es bastante floja, el juego cuenta con una
gran opción, la posibilidad de jugar toda la campaña en cooperativo
online. Pero... os reconozco que no he sido capaz de hacerlo funcionar.
Al seleccionar la opción, el juego me da un ID de partida, y sospecho
que el compañero deberÃa de introducir este código en algún lugar...
pero no hemos dado con la tecla. Supongo que si lo conseguÃs hacer
funcionar, tenéis por delante más de 20 horas de juego de lo más
divertidas. Si lo conseguÃs hacer funcionar, claro.

Un mundo brillante de maldad con algún defectillo
En
el apartado técnico, no puedo evitar asemejar este Dungeons 3 a
WarCraft 3. Se parece en prácticamente todo. Modelos de bajo poligonaje
(pero no por ello exentos de personalidad y gracia), retratos bastante
estilizados y graciosos para las unidades, colores de lo más vivos y
saturados en un entorno 3D que, si no fuera porque en fin, somos El Mal
Corruptor De Mundos, estarÃamos ante uno de los mundos más bucólicos de
los últimos tiempos.
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