| Aparecemos en un lugar distinto, un jardÃn exterior apenas 
iluminado por la luz de un sol que sufre la permanente espera tras un 
denso velo de nubes que jamás termina. Una vieja casa, lapidas 
por doquier, fuentes habitadas por macabros entes enanos y una 
misteriosa muñeca componen un entorno tan desconcertante como nuestra 
misión. Un onÃrico lugar que hace las veces de cuartel general, al que 
acudir para mejorar el equipo y las estadÃsticas de nuestro 
protagonista. ¿Pero dónde demonios nos encontramos? Quizás no se 
trate del que, ni del cómo, ni del dónde. Quizás simplemente debamos 
dejarnos llevar por el cumulo de influencias que nuestros sentidos 
perciben: los tenebrosos iconos de un mundo gótico y una sutil música, 
tan delicada como perturbadora, que se afana por transmitirnos una 
sensación de tranquilidad en este entorno pervertido hasta la locura.
 Aceptando
 las armas que los entes enanos nos ofrecen, regresamos a la camilla de 
la oscura clÃnica en la que empezó nuestra pesadilla. El mismo 
engendro que nos derrotó al comienzo, continúa tirando al suelo 
instrumental médico. Pero esta vez algo ha cambiado, ya que contamos con
 las armas con las que enfrentarnos a él. Mientras que le disparamos con
 el arma de fuego, nos aproximamos a la distancia justa para asestarle 
varios hachazos y acabar con su desgraciada existencia.
 
 La vieja Yharnam y sus gentes
 
 La
 puerta de salida nos conduce al exterior, donde nos sorprendemos, por 
contraste, con la enorme extensión del mundo. Las ruinas de Yharnam, una
 colosal ciudad gótica decorada hasta la extenuación por estatuas de 
mujeres de luto, deformes criaturas, faroles enroscados por figuras 
agonizantes, carromatos abandonados y una inusitada cantidad de ataúdes 
amontonados por doquier.
 
 Caminar por sus laberÃnticas calles de 
piedra no deja indiferente a nadie. Tan solo algunos de sus habitantes 
sobreviven encerrados en sus hogares, mientras que el resto han sido 
transformados por una terrible maldición que, como un virus, les ha 
convertido en aberrantes seres de toda Ãndole. Enloquecidos granjeros, 
licántropos sedientos de sangre, gigantes desprovistos de todo 
raciocinio y perros rabiosos descargan su violencia con todo aquel que 
no comparta su condición.
 Tan solo es el comienzo, pues la ciudad
 se extiende más allá de donde alcanza la vista, y sus caminos esconden 
terrorÃficos secretos que desearemos no haber descubierto jamás. 
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