No cabe duda de que estas limitaciones se han hecho para evitar
los tirones y ralentizaciones que se producen en los momentos de mayor
carga poligonal. Las escenas tridimensionales sufren de este defecto
cuando el 3D está activado (se verá fluido si lo apagamos), lo que
resulta molesto y le quita epicidad a unos combates que han ganado
muchos enteros en esta entrega.

El apartado musical es siempre
digno de mención con melodías en el mismo estilo que en entregas
anteriores. Seguimos echando en falta, ahora ya sin excusas, que los
Pokémon tengan los sonidos de la serie de televisión y no los ruidos
genéricos e imposibles de identificar que podemos escuchar en el juego.
Sólo Pikachu es capaz de emitir su propio nombre durante el combate.
Juego más simple
Del
mismo modo que los elementos del escenario (muchos de ellos con gran
potencial) no se aprovechan para dar mayor carga dramática a la
historia, tampoco se utilizan como aporte jugable. Por ejemplo, durante
la primera mitad del juego se hace mención constante a una prometedora
visita a la fábrica de Pokéball, un imponente edificio que con el que
soñábamos y que podía mostrarnos algunas de las entrañas de las míticas
esferas. Pero la visita no puede ser menos decepcionante.
Un
escenario minúsculo, con puzles sencillos, reciclados hasta la saciedad
en entregas anteriores, y con muy poca originalidad en el diseño de la
propia fábrica. Eso se repite a lo largo de todo el juego, dando una
sensación de que no hay ninguna fórmula nueva en las escasas visitas a
edificios. Sólo los gimnasios consiguen algo de originalidad en sus
planteamientos y en gran medida es debido al buen diseño artístico más
que a la originalidad de sus puzles, que vuelven a enfrentarnos a
portales teletransportadores y cintas de desplazamiento.

Por su
parte, los creadores de la criatura han mostrado su interés en que la
saga se vaya haciendo más sencilla en sucesivas entregas. Esto encaja
con lo visto en los últimos grandes juegos de la portátil que han visto
modificado su esquema para adecuarse a un sistema más sencillo, más
directo, que permita partidas de corta duración. Ya en esta entrega nos
encontramos con cambios importantes en el planteamiento. Cambios que,
desde nuestro punto de vista, eran completamente necesarios. Han
desaparecido las largas zonas con Pokémon salvajes que ralentizaban
nuestro paso, pudiendo hacer grandes recorridos sin apenas pisar hierba.
Aunque con ello también han desaparecido las visitas a lugares
emblemáticos que debíamos inspeccionar. La que es la gran baza de
Pokémon X e Y es también su punto débil.
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