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Quizás el cambio más especial que podremos notar en esta ocasión, es en lo referente al nivel de dificultad del juego en sí. Podremos seleccionar un nivel difícil, casi de locura, en el que deberemos de cuidarnos muy mucho de lo que hagamos. Cosas tan importantes como la deshidratación, correspondiente a las horas bajo el sol que pasemos recorriendo el Mojave será un factor muy a tener en cuenta, ya que deberemos beber liquidos cada dos por tres, con el peligro que supone esto, ya que o bien el agua radioactiva puede envenenarnos, o bien los estimulantes en exceso pueden crearnos adicción. Decir también que ahora ser mutilados será todo un hándicap, ya que únicamente en el doctor correspondiente podremos ser curados, no bastara simplemente con ingerir estimulantes o echarnos una siesta, las cosas se ponen de verdad más difíciles. Aunque no es solo en este sentido en el que el juego se pone correoso, los enemigos serán sustancialmente más duros de matar y la munición será incluso más escasa, en definitiva toda una odisea jugable.
La seña de identidad de un buen Fallout es sin duda su escenario y lugar donde se ambienta cada historia, que posibilita ese nivel de exploración casi cansino. En este caso nuevamente este título poco varía con respecto a su antecesor, un mapa tremendamente amplio, un lugar desolado, donde las ruinas y los pueblos abandonados medio derruidos son la tónica general. La diferencia más notable podríamos encontrarla ya dentro de New Vegas, ya que gracias a la mano de su director el Sr. House, el mundo post-apocalíptico que nos encontramos afuera, aquí dentro parece haber pasado a mejor vida. Podremos encontrarnos con multitud de personas, ávidas por gastarse sus chapas en los juegos y maquinas tragaperras, parecerá que nos hemos adentrado en un universo paralelo, todo él ajeno a la realidad que se puede encontrar en el desierto. Aquí es donde pasaremos nuestros mejores momentos y donde la historia principal adquiere un cariz diferente.
GRÁFICOS Y SONIDO
Para no variar, tampoco en este sentido se experimentan cambios notables, salvo los específicos tras este tiempo de espera entre un juego y el otro, que suelen ser los genéricos para los tiempos y requerimientos actuales. Puede ser que los propios personajes y los enemigos existentes se encuentren mejor renderizados, con un modelado más afinado y rico al visto en su entrega pasada, en definitiva con un nivel de detalle más alto, aunque los gestos faciales de cada uno aun siguen estando faltos de personalidad y expresividad.
La diferencia más notable entre un título y el otro en este aspecto técnico, pasa seguramente por la localización concerniente al interior de New Vegas, lugar que es punto y aparte, con respecto a todo el resto del mapeado, ya que claramente se desmarca del mismo en su concepción, mostrándose el primero como una ciudad en auge y floreciente, con sus luces de neón, sus excesos y en definitiva con todo el ostento que hace gala una ciudad de estas características, con independencia a toda la destrucción y caos que a espuertas esta ocurriendo. En cuanto al resto, casi más de lo mismo, tanto personajes como facciones enemigas, monstruos del yermo, o los propios parajes de este, todo o casi todo sigue en la misma línea continuista de su antecesor.
Lo que sí que raya a un altísimo nivel es el magnífico trato de la luminosidad que desde Obsidiana se ofrece en esta nueva entrega. Notaremos ante nuestros ojos de manera magistral el transcurso del día y de las horas, viendo como amanece o anoche con todo su realismo. Las luces y sombras se manejan de forma sublime, así como los resplandores y explosiones que las armas de luz y plasma producen en sus detonaciones. La única pena y que empaña el buen hacer a nivel visual de toda esta experiencia es la caótica tasa de Frames que el juego ofrece, ya que en más de una ocasión hemos notado algún que otro tirón (lag) en la imagen, empañando esta circunstancia levemente la experiencia jugable.
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