Yo también he soñado con gente del foro xD... ammm Sara, bak.. masters y cloud (que vienen como en paquete xD) pero bueno... seguro con más gente que no recuerdo xD y ummm esta noche soñe algo rarisimo que de hecho escribi para no olvidarlo.. se los copy pasteo
Un sueño de gigantes y mares
Era una pequeña isla rodeada de aguas cristalinas, donde el clima era perfecto durante todo el año.
Los edificios, grandes y elegantes, se erguían en el centro de la pequeña isla, mientras que, alrededor, las palmeras, plantas y pastizales, pintaban todo lo que nuestros ojos alcanzaban a ver de verde.
Aunque una cosa era cierta: había que tener mucho cuidado al nadar. Había rumores sobre un gigante que acechaba las aguas, de tez blanca y grandes ojos azules. Se ocultaba justo en el límite del agua; y si uno se dejaba llevar por la corriente (y tenía suerte de no toparse con el gigante), cuando el horizonte se terminaba, se terminaba, y uno caía, quién sabe hasta dónde.
Yo ese día, no pude hacer nada contra las corrientes y olas de agua que me arrastraron hacia el borde. Para empezar, una ola enorme me despidió con fuerza hacia el interior del mar, y después de eso, no pude hacer nada. Muerta de miedo, vi ante mis ojos, cómo el agua parecía convertirse en un remolino abismal, del cual surgía una enorme persona, con los ojos azules, y grandes manos que podrían aplastarme sin ningún esfuerzo. El gigante se abalanzó sobre mí, y yo, sin saber qué hacer, metí la cabeza debajo del agua y me dejé arrastrar todo lo que pude por el mar, sin pensar que, unos pocos metros adelante, se terminaría el horizonte. Y me caí.
Y mientras caía, me di cuenta que llevaba mis guantes puestos, y divisé altas palmeras en medio de toda la brisa y espuma del mar, y logré agarrarme a una. Ahí permanecí, unos minutos; muerta de miedo, pensando en qué hacer.
Poco a poco, fui subiendo. Por alguna razón, mi cuerpo parecía no pesar nada. Sin ninguna dificultad, llegué al borde del mar de nuevo, y vi a lo lejos al gigante, dando vueltas, esperando encontrarse a alguien más.
Si saltaba al mar de nuevo, la corriente volvería a arrastrarme hacia el abismo, y en caso de lograr nadar hasta que la fuerza de la corriente aminorara, el gigante me encontraría de todas formas. Entonces se me ocurrió voltear a atrás. Todo lleno de inmensas palmeras y árboles por los cuales podría pasar, saltando de una rama a otra. Y a lo lejos, divisé otro mar con borde, otra isla, casi idéntica a la mía, sólo que el agua no caía; sólo estaba quieta.
Me pregunté si, de ese lado, habría un gigante también, y si era parte de nuestra isla, u otro lugar totalmente diferente. Como fuera, el único lugar al que podía ir en esos momentos, era ése. De árbol en árbol, fui saltando, hasta alcanzar el agua. Ahí, tranquilamente, tocaba el suelo y podía nadar tranquilamente, aunque el clima era un poco más fresco que el de mi casa, todo lo demás parecía ser idéntico. Llegué a tierra firme, y me senté en la orilla, pensando qué hacer, y tomando el aliento. Y de la nada, apareció un grupo de personas, y me reuní con ellos; o ellos conmigo. Todos hablaban al mismo tiempo, yo no entendía nada. Entonces, quien parecía ser el líder, carraspeó con fuerza su garganta y dijo:
--¿Qué haces aquí?
--Me caí y llegué aquí.
--Igual que todos nosotros, entonces.
--¿Sí?
--Escucha. Tenemos que encontrar la manera de regresar a nuestra isla antes de que anochezca, o nos quedaremos encerrados para siempre aquí.
--Pero este lugar es idéntico al otro lado. ¿Por qué no quedarnos aquí?
--Este lugar no es normal. Está lleno de tinieblas, es para los que caen al abismo por descuidados. Sólo hay una forma de regresar, y hay que descubrirla antes de que se ponga el sol.
--¿Aquí hay gigantes?
--El gigante del otro lado puede venir e ir como se le plazca.
--¿Ustedes cuánto tiempo llevan aquí?
--Desde hoy, igual que tú. Mucha gente cae al día por el abismo, casi nadie logra regresar. Tenemos que trabajar como equipo y ser inteligentes, pensar todos juntos, y así, volver. Y otra cosa. Nadie debe vernos.
Asentí con la cabeza, y así fue. Lamento no poder ser más precisa en lo que les voy a relatar a continuación, pero las cosas eran extrañas y confusas ahí, y olvidé casi todos los detalles.
Estando en la orilla, nos escabullimos y desaparecimos de la playa. La isla era exactamente igual a la mía. Con las palmeras y plantas, y lianas y puentes de madera, y edificios elegantes y grandes y brillantes por doquier. El castillo estaba en el mismo lugar, era de los mismos colores. Todo era igual.
Durante horas, recorrimos y rodeamos la isla, con cuidado de no ser vistos, quién sabe por qué. Tengo sólo algunas imágenes fugaces de esos momentos. Recuerdo cuando descubrimos al gigante nadando por los canales internos de agua de la isla, o cuando atravesamos el puente, y cómo nos deteníamos en cada punto de la isla que pudiera tener algo que ver con volver a casa.
Las horas pasaban, el sol estaba por ocultarse, y de repente, escuché un grito a mis espaldas. Me giré y vi cómo uno de mis compañeros hacía extraños movimientos y saltaba al vacío. Y no volvía más. Esa debía ser la manera de regresar. Pero, ¿qué había hecho? Uno a uno, comenzamos a imitarlo. Algunas veces regresábamos justo al lugar donde habíamos estado unos momentos antes, otras veces desaparecíamos.
Yo fui la última, el Sol estaba a punto de ocultarse, las cosas de noche eran muy diferentes. Probé dos veces, imitando cada movimiento que había observado hacer a los demás, pero la puesta del sol fue más rápida que yo. Me quedé encerrada. Al principio, me alarmé, aunque no tenía nada que extrañar de mi casa, pues era como estar en ella.
Comencé a vagar por las calles que me sabía de memoria, observando por las ventanas de las casas que tenían las luces encendidas. La gente era diferente. Comencé a sentir un poco de miedo. Sus movimientos eran mucho más torpes y lentos, era gente tiesa, con los ojos rojos. ¿Qué les había pasado? ¿Eran todos los que no habían logrado volver a casa?
El gigante acechaba las aguas cerca de mí, yo podía sentirlo. No tenía a dónde ir, no tenía dónde pasar la noche.
Me quedaría ahí, por toda la eternidad, y, por alguna razón, sentía que podía ayudar a toda la gente que había acabado en ese lugar lleno de oscuridad y frío, aunque eso, sería otra historia.