Tropico 3

Moviendo los hilos de tu isla tropical.

Después de una segunda parte alejada totalmente del espíritu que dio origen a la franquicia, la gente de Haemimont Games nos trae un título de gestión cimentado en las bases que hicieron triunfar a su primera entrega. El juego nos propone encarnar el papel de presidente de una república bananera, con todo lo que ello implica: relaciones diplomáticas con otras naciones, políticas económicas y sociales, gestión urbanística, etc. Lo que diferencia a esta franquicia respecto a otras del mismo género es su marcado sentido del humor en cada uno de los detalles que encontramos. Ante la escasez de títulos de este corte aparecidos en los últimos años, resulta agradable volver a disfrutar de un género tal vez menos exitoso que la estrategia bélica pero igualmente divertido y lleno de posibilidades jugables.

Tendremos a nuestra disposición un modo campaña en el que se nos irán proponiendo diferentes objetivos a cumplir para ir avanzando misión a misión. No podía faltar tampoco el típico modo libre que nos permitirá configurar con todo detalle una partida para disfrutar durante horas viendo como nuestra pequeña nación va desarrollándose. Aspectos como el terreno, la dificultad y los objetivos podrán ser personalizados para hacer de cada partida una experiencia diferente. Tendremos también a nuestra disposición un modo online para subir nuestras puntuaciones a unas tablas de clasificación mundiales.

Jugar a ser dictador

La temática permite introducirnos en la piel de un dirigente totalmente personalizado a nuestro antojo. La creación de este avatar es una de las principales novedades del juego. Tendremos a nuestra disposición un gran número de aspectos a personalizar, incluyendo su aspecto físico,  ideas políticas e incluso personalidad. Estas características iniciales marcaran de forma significativa el estilo de gobierno que el jugador desarrollará a lo largo de la partida. Cada uno de los rasgos de personalidad conllevará una serie de ventajas y penalizaciones que tienen más importancia de la que en un principio puedan aparentar. Tendremos la oportunidad de mover realmente a nuestro presidente a lo largo del escenario, influyendo en ciertos aspectos de la vida cotidiana de los ciudadanos, aunque esta influencia termina resultando más anecdótica que otra cosa.

El aspecto social del juego es sin duda el más importante. Debemos esforzarnos para intentar contentar las demandas de todos y cada uno de los sectores de la población isleña. Desgraciadamente, tal y como ocurre en cualquier nación en la realidad, esto resultará bastante difícil. Cada uno de estos sectores mirará siempre por sus propios intereses y resultará imposible no encontrarse con alguna situación en la que debemos decantarnos por unos o por otros. Grupos políticos como comunistas y capitalistas o los siempre presentes grupos religiosos nos pondrán las cosas difíciles a la hora de tomar decisiones.

La gestión urbanística resulta otro punto clave. Si dedicamos la mayoría de los terrenos al cultivo tendremos una población bien alimentada y un buen poder de exportación. El turismo resulta otra oportunidad para obtener grandes sumas de dinero, a expensas de llevar una política de urbanismo más agresiva y que no hará ninguna gracia a nuestros socios comunistas. La gestión de fábricas para la exportación de productos manufacturados hará aumentar de la misma manera el capital obtenido gracias a la exportación, aunque sacrificando la calidad del medio ambiente por el camino. Como podemos ver, todo dependerá de la clase de rol que el jugador quiera desempeñar como máxima autoridad de la isla.

El juego pone a nuestra disposición una cantidad enfermiza de detalles a personalizar, como decidir el salario que percibirán los empleados de las ya mencionadas fábricas. Afortunadamente los jugadores menos expertos o no interesados en entrar en este nivel de detalle podrán olvidarse de estos aspectos centrándose en las decisiones más globales. Nosotros decidiremos hasta qué punto queremos implicarnos en la gestión económica de la isla, aunque es evidente que un mayor control sobre los pequeños detalles conllevará una mayor recompensa a largo plazo.