El rey del jardín regresa para demostrar por qué nunca debió irse.
Poneos el casco de cazo en la cabeza porque toca mancharse las manos de tierra con una leyenda viva. Si estuviste en el planeta Tierra en 2009, sabéis de lo que hablo. PopCap Games lanzó una bomba atómica de carisma llamada Plants vs. Zombies. Fue el juego que rompió la barrera entre "casuals" y "hardcores", viciando a tu abuela y a tu primo el del Call of Duty por igual. Ahora, tras años criando malvas en el desván de Dave el Loco y bajo el paraguas de Electronic Arts, nos llega Plants vs. Zombies: Trasplantado. Traer de vuelta el clásico original, pero chutado de esteroides visuales y cargado de contenido inédito. ¿Estamos ante un simple lavado de cara para sacar dinero fácil o es este el homenaje que la saga merecía tras tanto shooter y spin-off? Vamos a plantar cara a la horda para averiguarlo.
Mecánicas clásicas mejoradas, desafíos nuevos y la locura de Dave al volante
Agarrad vuestras palas, porque la profundidad de este jardín es abismal y no todo es poner plantas en fila. La base, ya la conocéis y sigue siendo roca pura: un Tower Defense de líneas donde gestionas tu economía de sol para plantar defensas. Pero quedarse ahí es rascar solo la superficie.
El viaje comienza en el maletero del coche de nuestro vecino: la tienda "Twiddydinkies" de Dave el Loco. Aquí es donde la progresión se siente real. Farmear monedas se vuelve una obsesión para comprar esa ranura extra de semillas (imprescindible en niveles avanzados), los limpiapiscinas o plantas únicas como la "Mazorcañon". Dave sigue ahí, con sus precios locos y sus consejos ininteligibles, siendo el nexo de unión de toda la locura.
Lo que realmente le da una segunda vida a este título es la ingente cantidad de modos extra que acompañan a la campaña. Regresan los Minijuegos clásicos que tanto amamos: desde "Zombiquarium" hasta "La Tragaperras", pasando por el mítico "Vegezombis", donde los enemigos tienen cabezas de planta y nos disparan a nosotros. Y, por supuesto, no podían faltar los modos de puzle como "Yo, Zombi" y el rompecerebros "Rompejarrones", que siguen siendo tan tensos como el primer día.
Para los que buscan retos de resistencia, el modo Supervivencia (Survival) es la prueba de fuego: oleadas infinitas donde tendrás que mejorar tus plantas a sus versiones definitivas, como la "Gasoseta" (para limpiar áreas cercanas) o el imprescindible "Rabo de Gato" (para cubrir todo el mapa), si no quieres ser devorado. Y si necesitas un respiro, el Jardín Zen vuelve para que cuides tus plantas, las riegues, les pongas música y te den monedas a cambio, con la ayuda del caracol Stinky.
Además, PopCap ha traído novedades jugosas para los veteranos:
Modo Día Nublado: Olvídate de la lluvia constante de sol. Aquí la luz solar es limitada y no cae del cielo, convirtiendo cada nivel en un puzle de gestión de recursos brutal.
Modo Descanse en Paz: La joya de la corona para los masocas. Hablamos de muerte permanente. Un error, un zombi que entra en casa, y Game Over real.
Cooperativo y Versus: El multi local es una gozada, con la nueva mecánica de "Mantequilla" para paralizar zombis en cooperativo, y el pique eterno de controlar a los muertos vivientes en el JcJ.
Y ojo, porque PopCap ha escuchado nuestras plegarias con mejoras de calidad de vida que cambian las reglas del juego. Por fin tenemos un botón de acelerar tiempo, ideal para esos primeros compases del nivel donde los zombis caminan con una calma exasperante. Además, se han rescatado los míticos "Niveles Perdidos" (la famosa Limbo Page), integrando minijuegos que antes estaban ocultos o eran exclusivos de otras plataformas. Y lo mejor de todo: olvídate de sacar la tarjeta de crédito. A diferencia de la secuela, aquí la economía es limpia; cada mejora, planta y ranura se compra con monedas ganadas con el sudor de tu frente (y de tus Girasoles).
Apartado técnico
Aquí es donde el apellido "Trasplantado" saca pecho. No estamos hablando de un simple reescalado guarro con filtro suavizado. Todo el juego ha sido redibujado desde cero con un mimo enfermizo. Los diseños originales, que en monitores 4K modernos se veían borrosos o pixelados, ahora lucen con una nitidez impresionante. Los detalles que antes pasaban desapercibidos ahora brillan: las texturas de las hojas, el brillo en los diferentes cascos de los zombis o las partículas de hielo al congelar a un enemigo.
La interfaz de usuario se ha limpiado y adaptado a resoluciones panorámicas sin estirar la imagen, ocupando la pantalla de forma natural. Mención especial al renovado Árbol de la Sabiduría: ya no es solo una curiosidad, ahora actúa como un panel de control visual donde podemos desbloquear y alternar opciones estéticas, permitiéndonos personalizar la experiencia como nunca antes. Es PvZ tal y como lo idealizas en tu cabeza, pero ejecutado con la tecnología de 2025.
En lo sonoro, el respeto por la obra original es absoluto, pero potenciado. La banda sonora de Laura Shigihara sigue siendo inmortal, con temas míticos como Grasswalk o Loonboon que han recibido una limpieza en la mezcla. Ahora se aprecian capas de instrumentos y sintetizadores que antes quedaban sepultadas, sonando más limpias y envolventes. El diseño de sonido es ASMR puro para los gamers: el "pop" crujiente al recoger soles, el sonido metálico cuando un guisante impacta en un cubo, o el chapoteo en los niveles de piscina tienen una contundencia renovada. Y por supuesto, el doblaje de Dave el Loco ("Wabby Wabbo") sigue intacto, manteniendo ese humor absurdo que es marca de la casa.
Conclusión
Plants vs. Zombies: Trasplantado es, sin lugar a dudas, la edición definitiva de una leyenda. Electronic Arts y PopCap han hecho los deberes: han cogido una fórmula que rozaba la perfección y, en lugar de estropearla con cambios innecesarios, la han envuelto en papel de regalo de lujo. Tienes la campaña, los minijuegos, los puzles, la supervivencia, el jardín zen y los nuevos modos, todo ello con un apartado técnico que justifica el precio. Si nunca has defendido el jardín de Dave, esta es la mejor puerta de entrada posible. Y si ya eres un veterano con el jardín lleno de margaritas de oro, el desafío de la muerte permanente y el cooperativo son excusas más que suficientes para volver a engancharte. Fresco, divertido y, por fin, a la altura de su legado.