Lo primero que hay que dejar meridianamente claro es que estamos ante una secuela directa. Han pasado dos años desde los acontecimientos de The Fairy’s Song, y nuestras protagonistas, Marnie y Lisbeth, viven una feliz vida en pareja. La trama se pone en marcha cuando deciden visitar a la abuela de Marnie, Iris, cuya salud empieza a flaquear. Lo que prometÃa ser una tranquila escapada veraniega a un pintoresco pueblecito se tuerce de la peor manera posible cuando un rostro familiar, el caballero Edmund, reaparece de entre los muertos con un mensaje de lo más funesto. A partir de aquÃ, la historia teje una red de misterio que se mezcla con el desarrollo del romance y los dramas personales. Es casi imprescindible haber jugado la primera entrega para disfrutar plenamente y entender las complejas relaciones y los conflictos que arrastran los personajes.
Visualmente, el juego es una preciosidad. El estilo artÃstico, de clara inspiración anime, presenta unos diseños de personajes muy cuidados y expresivos. Los retratos de los personajes cambian para reflejar sus emociones, algo vital en un juego que vive de sus diálogos. Los fondos, aunque no son extremadamente variados, cumplen con creces su cometido, recreando esa atmósfera de pueblo acogedor con un oscuro secreto latente. Es un arte limpio y elegante que entra por los ojos y acompaña a la perfección el tono de la historia.