Cuando los dioses no tienen nada que hacer, espantan moscas con los héroes.
De nuevo, Omega-Force vuelve a la carga
con una nueva entrega de uno de sus musou spin-offs más celebrados
entre sus fans. He de reconocer que tras el desastroso rendimiento de
Dynasty Warriors 9 en consolas y su nuevo enfoque hacia el mundo
abierto, tenía algo de miedo con respecto a cómo se trasladaría
esto a partir de ahora en la saga. Y de primeras, reconozco que es
reconfortante ver cómo Omega-Force vuelve a apostar por su fórmula
de siempre, innovando en otros aspectos. Preparad esos dedos, ha
llegado el momento de machacar a unos cuantos chinos.
Un Zeus aburrido y un Perseo
enfadado hacen del crossover un juego perfecto
Si sois ya conocedores de la subsaga
Orochi, no os pillará de nuevas saber que la historia, para variar,
es lo mínimo imprescindible como para dar coherencia a este
cross-over entre franquicias internas de Omega Force. En esta
ocasión, el juego comienza con Zeus viendo los resultados del
anterior Warriors Orochi 3, y devolviendo a los míticos luchadores
de vuelta a sus países y tiempos de origen, tras borrarles la
memoria y así evitar que recuerden la contienda librada. No
obstante, en el último momento, y para desesperación de Perseo y
Atenea, Zeus cambia de opinión, y vuelve a convocar a los héroes de
la antigua China y del Japón de la era Tokugawa.
Así que dicho y hecho. Zeus crea una
nueva dimensión, compuesta por lugares que resultaran muy conocidos
a los jugadores de Dynasty Warriors y Samurai Warriors, y vuelve a
dejar a los héroes en ellos. A partir de este momento, la historia
se centrará en héroes de Japón, más concretamente en el trío
formado por Honda Tadakatsu, Ii Naomasa y Ii Naotora, que irá
encontrándose con antiguos adversarios de su propia época,
inesperados aliados y nuevos enemigos provenientes de más allá del
mar. La historia inicialmente no es para echar cohetes, pero
empezaremos a impresionarnos conforme nos acerquemos al final del
segundo capítulo de cinco, momento en el que se desvelará que
Perseo, harto de ver como Zeus utiliza a los seres humanos como meros
juguetes, ha decidido robar unos artilugios mágicos. La desaparición
de estos brazaletes mágicos provocarán un profundo cisma entre los
dioses del Olimpo, y favorecerán la escalada del conflicto hacia una
guerra total entre cuatro bandos: la facción rebelde, compuesta por
los Tokugawa de Samurai Warriors y los Wu de Dynasty Warriors, la
coalición liderada por el incombustible Oda Nobunaga, los dioses
olímpicos y el ejercito demoníaco. A ver si os ibais a creer que
God of War era el único juego con derecho a mezclar mortales con
dioses, e incluso culturas diferentes...
Millones de enemigos nos aguardan
Si somos aficionados a las sagas de
Omega-Force, el primer cambio salta a la vista tan pronto como
empecemos a jugar: Warriors Orochi 4 no funciona con el mismo motor
de Dynasty Warriors 9. Este juego, lanzado a principios de año,
reconozco que me decepcionó en cierta manera por su rendimiento, muy
pobre en algunos momentos, y por centrarse demasiado en mecánicas de
construcción y combinación de objetos, algo que no parece pegar
mucho con la idea original de los Musou de centrarnos en conseguir
combos y bajas que se cuenten por miles.
Así el juego retoma lo que ya
conocemos de títulos como Spirit of Sanada o el propio Warriors
Orochi 3, y volvemos a esa acción frenética y fluida, alternando
entre tres personajes para conseguir que nuestro combo sea infinito.
Pero esto no implica que el juego no tenga novedades, ya que en
primer lugar, destaca la inclusión de la magia, algo ya visto en
cierta manera en otros cross-over de Omega-Force, pero que no había
tenido cabida en sus sagas más propias. Si mantenemos pulsado el RB,
nuestros ataques cambiarán y serán mágicos, contando con la opción
de hacer ataques rápidos, ataques cargados, o versiones súper
dopadas de los clásicos ataques Musou. Por supuesto, no sólo
nosotros seremos capaces de hacer estos ataques mágicos, por lo que
tendremos que estar pendientes de los oficiales y personajes
enemigos. Por suerte, si lanzamos un hechizo antes que ellos (una
pista: el ataque rápido se llama así por algo), anularemos su
invocación, y además, provocaremos una explosión mágica que hará
subir unas cuantas centenas nuestro contador de combo y bajas.