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Te echábamos de menos Bullet-Time.
Muchos años han pasado desde que nuestro querido Max abandono el mundo del videojuego, muchos son los que han intentado llenar ese vacío, pero más de diez años después nuestro sempiterno anti-héroe vuelve para dar más caña que nunca, en un juego intenso, trepidante y sobradamente violento. Lo hemos pasado realmente bien jugando a esta nueva aventura de Max, rememorando esos dones que habían hecho de sus dos entregas anteriores los juegos de culto que son, fiel a sus orígenes Max Payne recorre nuevamente la senda de la destrucción y esta vez promete quedarse.
Cuando Rockstar mete la mano en un proyecto, el resultado siempre suele ser el mismo, un título con personalidad propia y calidad más que demostrada. En este caso el resultado es el mismo, presentándonos un juego muy intenso, sin apenas respiro, pero con un guion exquisito y de una calidad cinematográfica espectacular. Si ya en entregas pasadas se nos había mostrado a Max como un autentico vengador, zarandeado y pateado por la vida, no sé si recordáis que perdió a su mujer y su hija a manos de unos “drogatas” en las calles de Nueva York y que a raíz de esa traumática experiencia Max pudo desatar toda su ira y su venganza contra aquellos que habían osado atacarle.
Pues bien ahora sigue tan hecho polvo como siempre, pero al menos disfruta del sol en las playas Brasileñas mientras trabaja como escolta para una adinerada familia del lugar, mostrándose como no nuevamente como el anti-héroe por antonomasia. Por descontado en esta ocasión también volverá a meterse en líos, enfrentándose otra vez a cientos de enemigos que intentaran matarle, ¿podrán conseguirlo? Ya lo veremos.
HISTORIA
Aquel que espere un Payne rehabilitado, deseoso de empezar una nueva vida en un lugar lejano y cálido, alejado de las violentas y peligrosas calles de New York, creemos que no podría estar más equivocado. Parece ser que un ex policía siempre será un ex policía y según lo entienden nuestros vecinos americanos este ha de ser un tipo atribulado, bebedor y fumador empedernido y para más inri ahora adicto a los medicamentes (pastillas), vamos toda una “joyita” de hombre. Por lo que hemos podido comprobar aquí lo único que ha cambiado en la vida de Max es su lugar de residencia, algo que en un principio parecería ser una buena elección, pero que podría serlo no tanto.
 En esta nueva entrega hemos podido ver a un Payne mas destrozado si cabe que en entregas pasadas, circunstancias de la vida han querido llevarle a la ciudad de Sao Paulo, donde ahora trabaja sin apenas despeinarse como escolta de la familia Branco, una de las más adineradas de la región. Una familia de ricos y excéntricos personajes que no van a hacer más que complicarle la existencia a nuestro héroe. Si las calles de Nueva York os parecían la guerra, esperad a ver que se cuece en Brasil, aquí Max no solo habrá de enfrentarse a los típicos matones de medio-pelo de siempre, mercenarios y guerrilleros serán los nuevos y peligrosos rivales de nuestro querido amigo, toda una odisea que no parecerá tener fin.
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