Y hablando del combate, es un poco tosco, aunque más refinado que el de la primera parte. Lo que sí que busca es ser el máximo de realista posible, y entiéndase esto de manera figurada, porque ninguno hemos vivido en la Bohemia del siglo XV y casi ninguno habremos manejado espadas o hecho esgrima, por lo que suponemos que es realista. No obstante, y después del paréntesis, esto forma parte de la experiencia más rolera que propone este juego, donde los stats, las mejoras de manejo de armas y más, se irán construyendo poco a poco con nuestra manera de jugar. Por ejemplo, para aprender nuevas artes de espada, debemos encontrar maestros que enseñen esas nuevas artes, y luego, pasar por un proceso de aprendizaje hasta asumir perfectamente lo que nos enseñaron.
Para combatir en sí, podremos orientar la espada en diferentes direcciones, muy a lo Zelda Skyward Sword, para adaptar el ataque a la defensa del enemigo. Hay cuatro posibles posiciones que son izquierda, derecha, arriba y abajo. Y la clave de todo esto es saber hacer parrys en el momento indicado, leer el movimiento del enemigo. Verdaderamente, he usado casi siempre espada, porque el resto de armas no me permitían hacer parrys y me llegó a resultar un poco tedioso combatir con ellas.
Como mola Hans Capon
De lo mejor que tiene KCD2 es la historia y sus personajes. No solo tendremos a Henry como protagonista, que es muy carismático y si bien, no nos permiten darle un aspecto como nos gustaría o un arquetipo a nuestro gusto, todo queda ensombrecido por lo bien escrito y desarrollado que está el personaje. Lo más impresionante de esto es vivir la vida de Henry, como comemos cuando hay hambre, como hemos aplicado el “noble” arte del latrocinio cuando no hay que llevarse a la boca, desarrollado relaciones con nuestro perro o dormir cuando estamos cansados. Beber, romancear, jugar a los dados, reparar tu armadura o hacer pociones, en definitiva, vivir un personaje en un juego y el como han hecho que esto sea divertido.
Pero esto de Henry, es igual que el resto de principales como Capon o Katherine. Hay que destacar en esto a los actores de voz que han doblado el juego al castellano. Sorprende ver, que a veces con un poco de mimo, se es capaz de hacer las cosa bien y que como en KCD2, hacer en este caso un doblaje excelso en las principales voces es primordial en un juego con tanto dialogo. En algunos momentos, puede que otras voces no se acerquen a tan alta calidad, pero es inevitable en un juego de esta magnitud. De verdad, sobresaliente aquí.

Como os decía, personajes muy bien escritos y la historia, enclavada dentro de hechos históricos reales, es desbordante. El protagonista y Hans, justo donde acababa KCD, parten como recaderos al castillo de Trosky para llevar una carta al señor, Otto Von Bergow para convencerlo de que apoye al rey Wenceslao, cautivo en Viena, contra su hermano Segismundo, rey de Hungría... Todo esto es el desencadenante de una historia profunda y bien llevada, con un montón de momentos memorables. También está el tema del códice, que me encanta en este tipo de juegos y paso bastante tiempo absorbiéndolo, leyendo todo lo que se va insertando con el devenir de la historia. Me pasó en Mass Effect, Dragon Age, Fallout, Pentiment por poner ejemplos, y ahora me ha pasado en KCD2: ¡Dios salve los códices!
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