De hecho, en cada estación Neva crecerá hasta convertirse en una poderosa loba similar a su madre. Durante los capítulos, encontraremos unas ruinas llamadas “tótems”, que hay que activar para ayudar a combatir esa oscuridad, en general para activarlas hay que derrotar enemigos y solucionar puzles. A lo largo de la aventura, salvo algunos animales, no hay más “humanos” o NPCs.
Una estación trae tristeza y muerta, sin embargo, la siguiente volverá a traer vida
Hemos comentado que Neva es corto. Realmente son pocas las horas que podemos vivir esta experiencia. Pero como decía Matabe Asikaga: “cada minuto ha sido una preciosidad”. Por un lado, hay una serie de conceptos y emociones muy presentes durante el juego: valor, constancia, pérdida, tristeza, crecimiento, dolor, serenidad.
Por si fuera poco, el apartado visual ayuda a incidir en esas emociones. Ya hemos descrito alguno de esos escenarios, no importa si son bosques llenos de vida, zonas que se destruyen a medida que la oscuridad avanza, frías runas o siniestras pesadillas. Son igualmente escenarios preciosos, un trabajo excelente jugando con los colores, la luz y la oscuridad.
Ambos elementos (gráficos y emociones) se ven fuertemente complementados y apoyados, por una excelente banda sonora que se disfruta desde el primer minuto de juego. Sin duda, la combinación de tres excelentes elementos genera una simbiosis magnífica.
Veredicto
Nos encontramos ante un juego con unas mecánicas sencillas pero entretenidas, una bella narrativa con muchos elementos a modo de fábula o de tradición. Neva presenta muchos mensajes y emociones que hacen de este título algo significativo.
Un título, destacable también por un gran apartado gráfico y un sobresaliente apartado sonoro que se combinan perfectamente. Es cierto, que Neva no es el mejor juego que he jugado, ni siquiera es de mis géneros preferidos. Pero incluso alguien como un servidor puede apreciar un título excelente como este a pesar de su brevedad. Me quito el sombrero.