El propio ordenador nos ofrece una serie de desafíos para cumplir en el supermercado. Cosas como pedir cajas, limpiar o vender x artículos, nos concederán puntos. Con dichos puntos podremos desbloquear espacio de inventario, el escáner. También folletos de supermercado para colocar en el pueblo, que atraerán más clientes o nuevas mercancías para vender. Los turnos del supermercado como vemos ocuparán gran parte del tiempo, no podemos llegar tarde y “trabajaremos” de lunes a sábado incluidos. No obstante, otra gran parte de las quince-veinte horas de juego entre todos los capítulos, es lo que ocurre antes y después de los turnos.
Además de diversos eventos, como la contaminación del suministro del agua o una extraña niebla entre otras cosas, tendremos que lidiar con los habitantes. El juego gracias a unas primeras misiones y pequeños tutoriales, nos empujar a conocer a los nuevos vecinos. Rápidamente nos daremos cuenta que Discounty, además de capitalismo, esconde muchas reflexiones sobre el legado, el reciclaje, el medioambiente, la hipocresía, el rencor entre otros conceptos. Por momentos, seremos odiados por el pueblo, que nos pedirá arreglar desastres medioambientales, investigando sus orígenes. Tendremos conversaciones cómicas donde aprenderemos sobre el pasado y la personalidad de los NPC. Descubriremos tramas secundarias como lo que ocurre con “las ratas”, lo que desbloqueará un sistema de viaje rápido.
A medida que avanzamos, algunos NPCs como “Pescador” o Bárbara nos permitirán crear relaciones comerciales un tanto “sospechosas” para vender productos exclusivos ( y más caros/rentables) en nuestro establecimiento. Desde palitos de pescado a pasta de dientes, queso de oveja o salmón entre otros. Estos tratos comerciales permiten adquirir mercancías nuevas y bonificaciones (descuentos, potenciadores), si cumplimos ciertos desafíos y proseguimos la historia. Además, podremos recoger desperdicios como latas o botellas, así como cajas sobrantes del supermercado. Esto nos permitirá, reciclar en la ferretería y seremos recompensados por ello en Discounty. De hecho, en esa misma ferretería podremos adquirir estanterías y neveras para colocar productos.
La jugabilidad es bastante buena y entretenida. Los toques satíricos y los temas recurrentes le aportan un matriz reflexivo. Por desgracia, una vez “terminamos el juego”, el endgame se vuelve rápidamente repetitivo. No te queda más que turnos, comprar mercancías, reciclar y poco más. De verdad esperamos que Discounty añada más contenido porque por ahora el juego desperdicia su propio potencial.
Blomkest, el hogar de la niebla y de los “cabeza cuadrada”
En cuanto al apartado gráfico, Discounty ofrece apartados pixelados bastante cuidados y atractivos. Por desgracia, hay pocas zonas para explorar a diferencia de otros simuladores. Aún así podemos ver escenarios bastante rústicos e incluso satíricos propios de un pueblo perdido de la mano de Dios. Caravanas, un bosque siniestro, un ayuntamiento que básicamente es una papelería/reprografía. Un muelle, una granja. Algunas zonas abandonadas, que podrían ser interesantes para ampliar contenido en el futuro. A la hora de hablar de los NPCs los modelos se definen por tener cabezas de talla “fenómeno”, cuya expresión no suele cambiar salvo algunas marcas que indican enfado, sudor por los nervios. Es un buen trabajo, pero no llegar a alcanzar un nivel destacado. Lo cierto, es que un mejor trabajo son los más de treinta productos distintos para adquirir y vender, así como algunas cinemáticas o eventos (las quejas frente al supermercado).