Resulta inevitable comparar al juego con Doom por muchos motivos. El primero, y más obvio, es su ambientación infernal, y el hecho de que su protagonista sólo siga adelante contra viento y marea propulsado por la fuerza de su propia cólera. Pero hay más detalles que reconoceremos rápidamente, como una escopeta de lo más satisfactoria, la rapidez de movimiento con doble salto y triple impulso incluidos, la banda sonora, o la posibilidad de acabar con enemigos con una pulsación de una tecla una vez empiecen a parpadear en rojo para recuperar salud. En cierta manera, serÃa como si estuviésemos jugando un mod de Doom, hasta que empezamos a tener en cuenta su gran diferencia: su fusión con un juego de ritmo.
Y es que como si de un metrónomo se tratara, la ira de La Extraña sigue un ritmo muy marcado y claro. Nuestra tarea como jugadores será intentar realizar nuestros movimientos y acciones a este ritmo, obteniendo bonificaciones si lo clavamos, o perdiéndolas si trastabillamos. Disparos, ejecuciones, impulsos, saltos… cuando nos demos cuenta, estaremos usando nuestro teclado y ratón más como una especie de baterÃa improvisada, que como un dispositivo de juego. Estoy seguro de que le he quitado unos cuantos años de vida al clic izquierdo de mi ratón con tanto ritmo.
El juego cuenta además con dos maneras distintas de medir el ritmo. Por un lado, está la Furia, un multiplicador que irá incrementándose hasta x16 que servirá para incrementar enormemente nuestra puntuación. Por otro lado, está el combo rÃtmico, que es la cantidad de muertes que hemos conseguido encadenar sin perder el ritmo, y que nos irá dando bendiciones y potenciadores conforme consigamos alcanzar números más altos. No obstante, nos bastará solo un ratito de juego para que busquemos ya instintivamente el maximizar estos contadores, ya que si lo conseguimos…
Nirvana
Es posible que alguna vez en vuestra vida, hayáis estado tan concentrados haciendo algo mecánico que sentÃs prácticamente como si entraseis en una especie de trance, casi un sueño, en el que el tiempo parece ralentizarse, comienzas a realizar la tarea casi por instinto y empiezas a sentirte realmente bien. Metal: Hellsinger provoca este sentimiento a nada que seamos un poco buenos jugando. Conforme acumulemos multiplicador de Furia, la banda sonora irá incorporando nuevos instrumentos. Primero una guitarra al bajo, luego algo de percusión, la guitarra solista… hasta llegar a la voz, esa ansiada voz que La Extraña añora. Resulta absurdamente satisfactorio mantener este estado, sentir como empezamos a jugar rÃtmicamente, como acompasamos las descargas de nuestra escopeta, guadañas con forma de cuervo, pistolas o lanzavirotes a los golpes rudos del bombo, o si activamos sus ataques definitivos, que pueden provocar que la canción entre en un solo de baterÃa digno de Dream Theater.
La banda sonora del juego además es excepcional. No se trata de canciones comerciales, no las habremos escuchado jamás en la radio o en discos, ya que han sido compuestas por Two Feathers, un estudio de música para videojuegos. Pero no os preocupéis, ya que si bien se nota que las canciones son algo machaconas y repetitivas para favorecer el flujo de juego, el estudio ha contratado a grandes voces para colaborar y añadir esa guinda para estos momentos de máximo multiplicador. No hace falta ser un gran fan del heavy metal o del power metal para conocer voces como la de Mikael Stanne de Dark Tranquility, Matt Heavfy de Trivium, Alissa White-Gluz de Arch Enemy o Randy Blythe de Lamb of God. Pero es que el nivel de las voces del juego llega mucho más allá, porque incluso los que sean más de los 40 seguramente reconozcan a cantando a Serj Tankian, de System of a Down. Una banda sonora increÃble que una vez completemos el juego podremos disfrutar en un reproductor de música interno, para poder apreciarla sin tener que estar destrozando nuestro ratón al ritmo.
