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 Hay que reconocer que resulta algo bueno, si bien nos impedirá 
observar el juego como otra cosa más allá que un videojuego, en el que 
la interfaz se antepone a lo visual. Pero supongo que no siempre se 
puede tener todo. Y no deja de ser gracioso que un juego tan basado en 
la cibernetización del ser humano esté decorado por tantos indicadores 
virtuales.  
    
  Low poly que esconde más de lo que parece
  A 
nivel artÃstico, hay que reconocer que State of Mind es muy 
sorprendente, siendo este quizás su apartado más interesante. Y es que, 
aunque esto sea lo que dice todo el mundo, el juego sigue un estilo muy 
similar a los personajes de bajo poligonaje que veÃamos en la época de 
los 32 bits, si bien hay que añadirle unos cuantos peros a este hecho. 
En primer lugar, no debemos confundir los personajes low-poly con 
personajes de baja definición, ni de lejos. Los personajes están muy 
detallados y resultan perfectamente reconocibles en todos los 
sentimientos que pretenden mostrar. De hecho, reconozco que en cierta 
manera, me resulta más agradable ver personajes asÃ, que parecen muñecos
 de madera con una fantástica capa de pintura por encima, que personajes
 ultrarrealistas que acaban echándose a perder con el paso de los años, 
como le ha ocurrido a Heavy Rain.
  Este estilo no se transporta al
 resto del mundo, si bien pueda parecerlo en un primer lugar. Los 
entornos en los que nos moveremos tienen mucho más detalle del que pueda
 parecer en un primer lugar, escondiendo iluminación dinámica suave, 
efectos de alto rango dinámico, e incluso geometrÃa que seguramente 
tenga más polÃgonos que cualquiera de nuestros protagonistas. Esto ayuda
 a construir un mundo que, si hemos de describirlo con una sola palabra,
 serÃa sólido. Es un videojuego, sin duda, y esos triangulitos verdes 
nunca pararán de recordárnoslo. Pero su estilo y coherencia interna 
permitirán que su estilo no acabe quedando desfasado fácilmente.
  Conclusiones
  State
 of Mind es una aventura gráfica bastante diferente a lo habitual. 
Tanto, que incluso me hace plantearme si deberÃamos seguir utilizando 
este término, tan representativo de una época, cuando los medios han 
cambiado en tantÃsimos aspectos... Daedalic se ha sacado de la manga un 
experimento muy interesante, con un control curioso, capaz de ser 
manejado con un mando sin problemas, un estilo visual impactante y una 
trama interesante, si bien tendremos que esperar a prácticamente el 
final de sus diez horas para que su historia empiece a merecer la pena.  
    
  
  Al
 final, he de reconocer que sus logros visuales y en cuestión de 
manejabilidad no son capaces de suavizar el tremendo aburrimiento que 
suponen la mayorÃa de horas del juego. En mi opinión, a State of Mind le
 "sobra metraje", y le falta concisión. Más conspiración, más 
implicaciones morales, más desarrollo de personaje, y menos deambular 
por apartamentos vacÃos buscando cómo ponerle el desayuno a tu hijo.
 
 
Puntuaciones
Gráficos: 8.0
Sonido: 7.0
Jugabilidad: 5.5
Duración: 5.0
Multijugador: 0.0
Historia: 5.0
TOTAL: 6.5
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