En la burbuja actual del mercado indie, que algunos ya dan por explotada, mientras que otros temen que aun no haya alcanzado todo su potencial, parece increíble encontrar juegos que merezcan la pena probar entre la auténtica marabunta de títulos que salen cada semana en todas las plataformas. En esta ocasión, rescatamos The Long Reach, un título ucraniano de los chicos de Painted Black Games (¿será por los Rolling?) que nos pondrá la piel de gallina.
Haciendo la ciencia, la hemos liado parda
The Long Reach basa su principal atractivo en su historia, muy bien planteada. Todo gira alrededor de los sucesos que ocurren en la ciudad de Baervox, New Hampshire, donde una compañía está experimentando con un método que les permitirá "traspasar" conocimientos entre humanos y almacenarlos, de forma tan simple como si estuviéramos hablando de fotografías y un USB. Pero como siempre suele pasar en estos casos, las mejores intenciones acaban dando lugar a las peores consecuencias. Algo sale mal, convirtiendo a la gente en locos psicopáticos, si es que acaso retienen la cordura y la capacidad de comportarse como seres humanos, y será nuestra tarea desentrañar el misterio de The Long Reach, y con suerte, hallar una solución.
La propuesta es muy sólida e interesante, y el juego además consigue mantener la tensión en casi todo momento. Remarco ese casi, porque depende de cómo nos tomemos la partida, The Long Reach puede ser una gloria, o una malditatortura.
Un point and click, sin point, ni click
El gran problema de The Long Reach se encuentra, en mi opinión, a nivel jugable. Y es que estamos ante un juego point'n'click, pero que no cuenta ni con cursor, ni con ratón para hacer click, sino que se maneja como si se tratara de un juego de aventura 2D o de plataformas, aunque sin poder saltar. La mayoría del tiempo estaremos moviendo a nuestro personaje a izquierda y derecha, pulsando un botón cuando estemos frente a algo con lo que podamos interactuar, de manera que lo usemos ,recojamos, o lo combinemos con algo que llevemos en nuestro inventario.
Dicho así, parece que hablo de una aventura gráfica, pero su decisión a la hora de plantear el juego como una especie de plataformas provoca que la mayoría del juego sea puro tedio. Es terriblemente sencillo quedarse atascado, ya que no resulta en absoluto obvio por donde continuar la mayoría de ocasiones, siendo muy poco intuitivo y recordando por momentos a diseños endiabladamente conocidos como el de The Longest Journey. Además, como buena aventura gráfica hecha por recién llegados, el pixel hunting necesario para detectar todos los puntos calientes del nivel es exagerado... con la dificultad añadida de que nuestro personaje tendrá que estar en una posición muy concreta y permanecer ahí un par de segundos para que siquiera empecemos a darnos cuenta de que ahí hay algo que podemos usar. Y creedme, en un juego que cuenta con un botón propio para correr, y con motivos, lo que menos nos apetecerá será ir recorriendo cada nivel pasito a pasito.