[color=darkblue][size=150]Cuando los sueños son pesadillas.[/size] [/color]:bowser:
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Estando despiertos, cuando queremos explicar una situación en la que nos hemos visto envueltos por el terror o la impotencia, decimos que ha sido una pesadilla. Y es una expresión bien entendida, pues según las estadísticas, todas las personas tenemos algún mal sueño, dos o tres veces al mes, como mínimo.
Una característica de este tipo de sueños es que nos provocan emociones de miedo, de culpa, de inquietud, y en muchas ocasiones, su intensidad nos hace despertar con sudores y el corazón palpitando.
Tras algunos estudios se vio que aparecían algunos argumentos comunes en los guiones de las pesadillas, entre los que destacan:
Intentar sin resultado llegar a tiempo a algún sitio.
Quedarnos paralizados.
Sentir que nos estamos asfixiando.
Ser conscientes de una amenaza e intentar huir.
Ser atacados.
Ser testigos de algún tipo de violencia.
Desde la infancia, todos hemos oído advertencias para no tener pesadillas, y muchos de los consejos tradicionales al respecto, se está demostrando que tienen una razón científica detrás. Es el caso de las malas digestiones por cenar mucho, ya que el cuerpo por lo general, mientras dormimos, reduce o detiene muchas de sus actividades físicas diurnas, entre las que se encuentra la digestión, dando como resultado que ese proceso bioquímico desencadene molestias que se traducen en malos sueños.
Como decíamos, un aspecto de las pesadillas es la sensación de miedo, aún cuando las imágenes en el sueño sean relativamente anodinas. Es la interpretación de nuestro cerebro, la que hace de ellas fuente de terror.
También ser perseguidos por alguna amenaza sea humana, animal o sobrenatural, es otro rasgo distintivo, y el terror entonces se muestra unido a la imposibilidad de escapar. Son aquellos sueños en los que nos quedamos paralizados y no podemos huir. Algunos investigadores relacionan esta característica con un rasgo del periodo REM del sueño, en el que nuestra mente es consciente de que no podemos movernos, y esta sensación queda reflejada en la pesadilla, o quizás hasta puede ser la causa de su desencadenamiento.
De cualquier manera, los investigadores sugieren una explicación fisiológica, al menos en parte, de la sensación de miedo. La actividad eléctrica en el cerebro, que continúa mientras dormimos, activa los circuitos emocionales que controlan nuestras sensaciones e instintos más básicos, como el miedo. Cuando durante el día estamos presionados por algunas preocupaciones, durante el sueño, lejos de apaciguarnos, afloran las emociones más primarias, y se generan inquietantes sueños.
Lo cierto y comprobado por muchas investigaciones, es que existe una relación directa entre el estrés de la vida cotidiana y las pesadillas. Y algunos expertos van más lejos y afirman que podemos utilizar los símbolos oníricos para clarificar nuestros problemas, reconociendo en esas imágenes oníricas los reflejos de nuestra personalidad y autopercepción
En cualquier caso, sea cual sea su causa, las pesadillas son un tipo de capítulo frecuente en la historia de nuestros sueños, y merece la pena analizar sus características, como lo hacemos con los sueños felices y satisfactorios, porque pueden ayudarnos a conocernos con más profundidad. [/color]
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