Llegamos con retraso pero al fin teneís las historias que concursan en el primer concurso literario celebrado en Todojuegos. No llegan en un formato cómodo (había pensado en ponerlas en forma de links, pero no dispongo de mucho tiempo), pero bueno, aquí están para vuestro disfrute. Recordad que el tema es la amistad y que las historias se votarán de la misma manera que los concursos de firmas.
[color=blue]3 puntos para vuestra historia preferida[/color]
[color=red]2 puntos para la siguiente[/color]
[color=green]1 punto para vuestra tercera mejor historia[/color]
Sin más pasamos a ver a las historias candidatas. No se incluyen los nombres de los autores hasta la "ceremonia de premios" para evitar favoritismos.
1
Yo creía que la amistad era una estupidez que el hombre había creado con el fín de sentirse mejor, nunca había tenido amigos, por lo tanto no creía que la amistad existiera, hasta que un día pude comprobar que estaba equivocado.
Ese día era como cualquier otro, llegar a clase y aburrirme con las lecciones diarias del profesor, de repente apareció en la puerta el director acompañado de la nueva estudiante. La chica examinó rápidamente el salón y encontró un pupitre vacio que se encontraba justamente al lado del mío y procedió a sentarse.
Ya habían pasado varios minutos y no le había dirigido la palabra y no lo hubiera hecho de no ser por que ella volteó a verme y dijo -hola, veo que eres muy callado, pero me caes bien- yo apenas le respondí, después ella siguió -voy a realizar una reunión en mí casa, espero que puedas ir- y me dió un papel con la dirección.
Para no quedar mal fuí, al entrar me encontré con varios muchachos y la nueva estudiante, quienes me saludaron de forma muy amable y empezamos a charlar, me sorprendió que no me criticaran por mi forma de vestir o por mí aspecto físico, por lo que empezé a tenerles confianza y a comentarles mís problemas, ellos me apoyaron y me ofrecieron soluciones en vez de burlarse de mí como lo hacían los que se decían mís amigos.
Al salir de la reunión me dí cuenta que había sentido algo nuevo: la amistad.
2
A lo largo de nuestros vuelos, nos hemos topado con diferentes tipos de seres que de una u otra forma, dejan plantada una semilla con la cual crece una rosa o una mala hierba. Estos seres que en momentos llegamos y cedemos algo tan preciado como es la confianza, un regalo sagrado, que muy pocas personas llegan siquiera a aprender a atesorar.
Sin embargo, cuando nos damos cuenta de que una persona ha pasado de ser una conocida, alguien que simplemente nos ha servido de apoyo en algun momento de necesidad, o de alegria? La respuesta llega simple, cuando ese ser llega y puede mostrarnos su lado mas debil.
En lo personal asi fue como sucedio con mi mejor amiga, durante mucho tiempo nos hablabamos, bromeabamos, compartiamos triunfos. Pero el dia en que vi por primerva vez sus mejillas humedas por las crueles lagrimas, fue el dia en que senti que habiamos finalmente dado el ultimo martillo para forjar la amistad.
Verla en un momento de tristeza, es una prueba de que esa persona confia mucho en nosotros, porque ve en nosotros alguien quien no la traicionara en un momento de debilidad. Es cuando nos enseña que ella o el son realmente humanos y que nos muestran una faceta no vista por ojos comunes. Es en esos momentos, en donde realmente haces todo lo posible por no romper el lazo que se ha formado.
3
"Lo que fue. Lo que es."
Una mujer soltera adulta lleva una vida solitaria en su casa. Ve pasar día tras día sumergida en su mundo de soledad en búsqueda de un sólo objetivo: el éxito y fortuna que su humilde familia no le pudo conceder. Ahora es una mujer poderosa y respetable, pero fría y distante. Un día sentada en una plaza buscando unos informes en su cartera, es interrumpida por una niña curiosa que se sienta junto a ella. La mujer la miró e inmediatamente reaccionó:
- Niña, ¿no puedes ir a molestar a otra parte?- regañó la mujer
- Lo siento, creí que necesitabas compañía- Se lamentó la niña.
- No la necesito, sólo vete a otra parte- le dijo a la pequeña.
Pasaron seis días desde entonces. En ese transcurso algo surgió en lo más profundo de ella que la obligó a visitar esa plaza nuevamente. Esperando que algo ocurriera la niña volvió y, otra vez, se sentó a su lado.
- ¿Por qué siempre estás sola? le preguntó la niña.
- Porque elijo estarlo, así estoy bien- le respondió la mujer.
- ¿Entonces por qué se te ve tan triste?- le preguntó mirando sus ojos.
La mujer se quedó observando a una familia que paseaba. Se quedó pensandoentonces: -Ahora tengo lo que de pequeña desee, pero perdí lo que realmente importaba: seres con quien compartir a pesar de las circunstancias.-
Ese día decidió visitar a sus familiares y amigos de infancia en vez de reforzar su imagen.
4
La noche estaba repleta de sonidos extraños. Abrí los ojos lentamente y me encontré inmerso en un mar de luces de neon. Me incorporé como pude, intentando obviar el tremendo dolor de cabeza y la falta de fuerza en mis piernas. Una vez de pie hice un barrido con los ojos, prestando atención a todo lo que me rodeaba. De alguna manera parecia reconocer aquel lugar, pero la sensación de extrañeza me invadía todo el cuerpo. Mientras, aquellas letras de las paredes iluminaban de manera parpadeante mi ser. Cuatro paredes y ninguna salida aparente. ¿Qué estaba haciendo allí?
Pronto terminaría con la reserva de cordura que me quedaba, me había quedado sin voz de gritar a la nada, roto los nudillos golpeando el suelo... pero mi cinturón estaba atado a una cañería del techo y ya tenía la otra parte alrededor del cuello. La sangre actuaba como una bomba de relojería en mi cabeza... pum pum, no pensar... pum pum, el fin del camino... olvidé quien era, dónde estaba, sólo el calor del cinturón y los sonidos tribales de mi cabeza, desafinando con los estertores.
La tribu que anidaba en mi cabeza se apagó lentamente, un mar de lamias rodeaba mi cuerpo cuando abrí de nuevo los ojos. La cañería había cedido y derramaba, sin perdonar un instante, su vida en vez de la mía sobre mi fallo. A mi alrededor, luces del alba se movían huidizas esquivando rozarme. Nada de aportar calor en esta cuadra infame.
En la pared, el neón afilaba sus garras contra mi... R A E L..... lei entre las sombras del cuarto... R A E L, de nuevo. No daba crédito a mis ojos, ni consciencia a mi propio nombre, pero impecables, imparables, continuaron cegando a la pared, sumisa. Me pegué a ellas de tal manera que pude leer sobre mí la sentencia: perdonar una infidelidad es más fácil que una deslealtad. Y yo me había llevado la peor parte.