Diablo IV ya lleva un año entre nosotros, y ahora con motivo del lanzamiento de su expansión nos hemos metido de lleno en Santuario para hacer frente a la mismÃsima hija del Odio y prepararnos para Vessel of Hatred.
El modo de contar la historia de Diablo IV sigue sin lugar a dudas el mismo esquema clásico que ya hemos podido comprobar en entregas anteriores, todo se desarrolla mediante misiones principales que nos llevarán a recorrer varios rincones de Santuario para ponerle fin a los planes de Lilith. En total tenemos la nada despreciable cantidad de 8 actos y un epilogo que junto a las incontables misiones secundarias y diversas actividades que nos encontraremos por el mapa las horas de juego se irán a las decenas sin ningún tipo de problema y si le damos bastante al post-game y a las temporadas ya hablamos de cientos de horas.
En cuanto a la jugabilidad nos encontramos ante un mundo abierto en el que la mayorÃa del tiempo podremos movernos libremente por donde queramos salvo en contados compases de la historia en donde tendremos ciertas barreras invisibles que no podremos atravesar, siendo esto un elemento impuesto para zonas de historia posteriores. Estas barreras no son para nada molestas, el mapa es lo suficientemente grande y con una buena cantidad de misiones secundarias que hace que tengamos contenido más que de sobra a cada momento que pasamos en Santuario.