Quizás no veáis ningún problema con este tipo de control. Pero
basta con que intentéis jugar una sola partida para que acabéis
sintiéndoos como patos mareados en el mando. Commandos, pese a ser un
juego de estrategia táctico, no es en absoluto pausado. Para conseguir
llevar a cabo las misiones es primordial ser capaz de sincronizar
nuestros movimientos, tener un tiempo de reacción muy rápido puede
suponer la diferencia entre ganar y perder… o bueno, más bien, tener que
volver a cargar la partida. El mando, simplemente, no está a la altura.
Aunque, por otro lado, sincronizar movimientos… pausar la acción…
¡anda! ¿Os imagináis lo guay que hubiera sido que este Commandos 2
hubiera aprendido de títulos mucho más recientes como Desperados 3 o
Shadow Tactics, también presentes en consola, y hubiera integrado estas
funcionalidades en su control?
Si a todo esto le añadimos bugs,
tanto antiguos como nuevos, que provocan que nuestros comandos
“desaparezcan” bajo el suelo iluminado próximo a la sombra de un árbol, o
la tremenda dificultad de hacer que los muñecos hagan determinadas
acciones sin ponerse en evidencia ante el enemigo, nos topamos con un
remaster con buenas intenciones, pero una ejecución muy dudosa.
Alta estrategia, pero similares resultados
Praetorians
no contó en su día con una versión de consolas, y el motivo salta a la
vista. El título no es un juego de estrategia en tiempo real, al menos
en el sentido que lo solemos conocer en títulos como Age of Empires o
StarCraft, sino que incorpora conceptos de alta estrategia, más propios
de juegos como Total War. Es decir, no hay apenas gestión de recursos ni
de construcción, y la mayor parte del tiempo sólo comandaremos a
nuestras huestes, arrasando enemigos y conquistando nuevos lugares.
Para
ello, el juego se basa en el sistema algo hosco, de centrar el cursor
en mitad de la pantalla y mover con nuestro stick analógico toda la
cámara. No es tan agradable ni directo como manejar por un lado la
cámara, y por otro lado el puntero, pero bueno. Siempre y cuando no
estemos enfrascados en una pelea importante, se deja jugar. Las veces
que tengamos que realizar acciones algo más elaboradas que movernos,
atacar o encararnos, una pulsación del mando nos llevará a un submenú
muy parecido al de la versión original. De nuevo, un apaño que dista de
la comodidad habitual del mando, pero que aguanta el tirón.
El
título también se beneficia de la práctica eliminación de los tiempos de
carga, y es innegable que todos los modelos 3D del juego han recibido
un lavado de cara, si bien su estilo “realista” de hace 17 años no ha
encajado bien el pasar del tiempo, y de repente parece que estamos ante
un juego de un estilo más “cartoon”, por decirlo de alguna manera. El
juego funciona de forma fluida, aunque esta claro que su bajo poligonaje
ha quedado relegado con el paso de los años a ser inevitablemente
comparado ahora mismo con títulos indie como Banished. Pero bueno, es lo
que hay, no deja de ser un juego de 2003, cuando ni siquiera se veía
claro como soporte el DVD de datos en los compatibles, y ha tenido la
mala suerte de ser rescatado en estas condiciones.
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