No sería justo no mencionar la zona de prensa. Es un detalle que siempre se agradece, un lugar donde poder sentarte a trabajar y recargar pilas (las tuyas y las de los aparatos). La de este año, si bien era funcional, tenía sus peros. Cuando se llenaba, la distancia entre las filas de mesas era algo apretada, dificultando el paso. Sin embargo, hay que aplaudir el detalle de tener bebida y picoteo, como saladitos y fruta fresca, disponible durante toda la jornada. Un salvavidas que nos vino de perlas en más de una ocasión.

Conclusión: Una beta con un potencial enorme, pero con los cimientos equivocados
Entonces, ¿ha merecido la pena esta primera e histórica San Diego Comic-Con Málaga? La respuesta, tras cuatro días de emociones y frustraciones a partes iguales, es un "sí" con muchos, muchísimos asteriscos. Sí, porque hemos vivido un evento histórico, un desembarco de estrellas y de talento que ha puesto a Málaga en el mapa mundial de la cultura pop. Sí, porque la energía del público, la pasión del Artist's Alley y el nivel de los paneles han sido, en muchos casos, inolvidables.
Pero este "sí" viene acompañado de una dura bofetada de realidad. La sensación general es que hemos asistido a una beta pública, a un evento que ha puesto toda la carne en el asador en el "qué" (los invitados), pero que ha fallado estrepitosamente en el "cómo" (la logística). La gestión de colas, el caos en los accesos, la trampa de un espacio exterior desaprovechado para inflar el aforo y la política de precios abusivos no son pequeños fallos, son errores de base que han convertido la experiencia de miles de fans en una carrera de obstáculos.

La organización ya ha comunicado que ha tomado nota de todos los fallos para mejorar, y más les vale, porque tienen dos años más de contrato para demostrar que han aprendido la lección. El potencial es gigantesco, la ciudad ha respondido y la marca es un imán. Pero el éxito de una convención no se mide solo por las estrellas que trae, sino por el respeto y el cuidado con el que trata a los miles de fans anónimos que, con su entrada y su ilusión, la hacen posible. Y este año, ese respeto ha brillado por su ausencia en demasiadas ocasiones. La pelota está en su tejado. Y nosotros, como buenos fans, estaremos aquí en 2026 para ver si han hecho los deberes.
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