El cóctel de géneros que Animatoon Studio ha agitado y mezclado
en Dogchild da como resultado a secciones clásicas donde prima el sigilo
y los saltos, y a otras donde de verdad se aprovechan de formas orginal
las habiliadades de Tarpak y Tarao. Buscar la salida a un laberinto de
piedra mientras usamos la orina de Tarao como guía o enfrentarnos a
supuestos “bosses” mientras cambiamos de personaje rápidamente y
coordinamos sus movimientos son algunos ejemplos.

Lástima que
parte de la dificultad que presenta el título esté representada, no por
una exigencia de habilidad, si no por una escasa o no muy evidente guía
en cuanto a las mecánicas y límites jugables. Todo juego debe proponer
pistas visuales o de diseño que nos indican qué cosas se pueden hacer o
no en ciertos momentos y nos ayudan así a establecer unas “normas” que
orientan la forma de pensar para superar una situación concreta. Aquí no
siempre tenemos esa "guía", y nos pasaremos más tiempo del debido
averiguando por dónde saltar, qué puerta abrir o qué pared superar.
Ejemplos como los Quicktime, en los que no siempre es evidente que
estemos ante uno de ellos y las instrucciones en pantalla dan lugar a
confusión. O las secciones de saltos con plataformas y salientes donde
no sabemos muy bien a cuál saltar o, siquiera, cuál está a nuestro
alcance y cuál no. Un plus de dificultad que no depende de la habilidad
del jugador y que sólo causa cierta frustración. Y es que el Dogchild no
es un paseo infantil y plantea una curva de dificultad suave pero
retadora en ciertos momentos.
Apartado técnico
Dogchild es
sin duda de estos juegos que pese a no tener un gran acabado técnico,
si que rebosa identidad propia. Ambos personajes tienen un estilo propio
muy marcado, más que acorde al universo en el que se desenvuelven.
Sumado a esto, no hay que olvidar que se trata de un proyecto que ha
contado con un presupuesto muy escaso, siendo casi más un proyecto
lanzadera para introducirse en el mundo de los videojuegos que una
producción completa con todo lo que conlleva.
En lo que se
refiere al modelado de los personajes, sin duda el que se ha llevado la
mejor parte es nuestro cuadrúpedo favorito, el inteligente y audaz
Tarao, que luce con un acabado muy bueno, tanto a nivel gráfico como en
sus animaciones, arrancándonos incluso alguna sonrisa en cierta parte de
la aventura, con sus peculiares complementos perrunos. Los escenarios
son variados y aunque escasos, tienen un estilo bastante marcado y
diferenciado, lo que es de agradecer, por lo que no tendremos la
sensación de estar siempre en una misma localización. En general este
apartado cumple muy bien su función teniendo en cuenta el tipo de
producción que es.

A nivel sonoro, Dogchild no destaca
especialmente sin ser tampoco un apartado de baja calidad. Cierto es que
las melodías están muy bien orquestadas y acompañan en todo momento al
ritmo de la aventura, con un buen glosario de efectos de sonido y
canciones únicas para cada localización o entorno, pero por desgracia
también tiene errores (todos ellos corregibles en futuras
actualizaciones), y que pese a que no son fallos graves, restan puntos a
la experiencia final del jugador.
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