Vuelve el rey de los rallys virtuales tras más de 16 años de su última entrega.
Hoy no solo quiero realizar un repaso a la saga V-Rally y comentar qué me ha parecido este nuevo título de la saga, sino que también quiero contaros una pequeña historia de mi vida que hace de ésta una saga que siempre ha estado en mi corazón y por lo cual creo que es necesario poneros en contexto. Allá por finales de 1990 salía al mercado la primera portátil de Nintendo, la Game Boy. Fue una consola que todos queríamos tener por aquel entonces y por supuesto yo no era menos. Mis compañeros de colegio disfrutaron desde el minuto 1 de la magia de los de Kyoto pero en mi caso no fue así.
Tuve que ahorrar durante 2 años para poder hacerme con la videoconsola de marras un total de 6995 pesetas de las de entonces. Tal fue la hazaña, y el ansia todo sea dicho, que en cuanto tuve el dinero fui raudo a por mi videoconsola y a por un paquete de pilas para, pues para nada, porque no me llegaba el dinero para comprar un juego. A pesar de ello, llegué a casa con una sonrisa de oreja a oreja, orgulloso por haber conseguido aunar la cantidad monetaria exigida para la compra del afamado gadjet y con un sentimiento que me llenaba de felicidad y que me decía a mi mismo que había merecido la pena haber dicho que no a tantas cosas con el claro objetivo de conseguir mi máquina.
Tranquil@s que ya viene el por qué de esta historia
Conseguí que mis compañeros de colegio se apiadasen de mi y me prestasen algún juego para calmar la sed de vicio y es aquí donde llega mi querido amigo Carlos. El novio de mi vecina por aquel entonces se llamaba así, un segoviano currante como pocos, un tipo afable, juerguista, un cachondo mental y sobretodo una bellísima persona. Era una década mayor que yo, pero para mi era ese hermano mayor que nunca tuve. No recuerdo la cantidad de videojuegos a los que habremos jugado aquel cabronazo y un servidor y la de risas y momento que pasamos juntos frente al televisor y la videoconsola de turno.
Un buen día de 1998 llegó a mis manos V-Rally para Game Boy. Horas y horas de diversión a lo largo de, creo recordar que eran 15 o 20 etapas, a bordo del Peugeot 306 o del Subaru Impreza. Lo jugábamos una y otra vez sin cansarnos de ver quién era el que hacía el mejor tiempo mientras nos reíamos por las salidas de pista o las colisiones sufridas. Tiempo más tarde hicimos lo propio con la versión de Game Boy Color y años después con la de Game Boy Advance que la recuerdo como el simulador portátil que incluía cámara de cockpit (cámara interior) en la que se mostraban en movimiento el volante y las manos del piloto en un pseudo 3D impresionante.
Cuando llegó a la redacción de TodoJuegos este renovado V-Rally 4 no pude evitar recordar con cariño y anhelo aquellos tiempos en los que mi querido amigo Carlos y yo nos convertíamos en los pilotos más desastrosos y divertidos del campeonato del mundo de Rallys. V- Rally 4 no es el mejor simulador de rallys, de hecho está lejos de serlo pero en absoluto es algo malo. El título le da mil vueltas a otros que se nombran como tal y que puede que precisamente por eso no estén a la altura de las expectativas que provocan con sus alardes pero V-Rally 4 no pretende eso o al menos esa es la sensación que me da.
Se que muchos han criticado varios aspectos técnicos del título pero sinceramente creo que el enfoque con el que se ha tratado al juego es totalmente erróneo. de menos.
