En los tiempos que corren, la mayoría de los juegos e enfocan en su modo multijugador online, dejando de lado la pantalla partida o cooperativo local, que en juegos como “Halo 5: Guardians” se ha echado en falta. “Overcooked” llega de la mano de Ghost Town Games para tratar de avivar la llama del cooperativo local y recordarnos lo divertido que es jugar con amigos en cooperativo a la vieja usanza.
Disparatadamente entretenido
La campaña de “Overcooked” da comienzo en el final de los tiempos… La bestia se acerca y debemos estar preparados, ya que somos los únicos capaces de detener la destrucción del Reino de la Cebolla. El Glotón Eterno, una albóndiga gigante poco amistosa con brazos hechos de espagueti, demanda ser alimentada apropiadamente, pero es insaciable… Por suerte, el Rey Cebolla nos transporta atrás en el tiempo hasta 1993 para iniciar nuestro entrenamiento como chefs a lo largo del Reino de la Cebolla, y así poder derrotar a la bestia en su regreso.
Este es el descabellado y desternillante inicio de “Overcooked”. A partir de aquí iremos pasando niveles que serán valorados por nuestros clientes según el número de platos que entreguemos y nuestra rapidez. En todos los niveles de la campaña tendremos a nuestra disposición dos chefs que deberemos ir intercalando para preparar los pedidos de los clientes, ¿Parece fácil verdad? Conforme vamos avanzando nos empezaremos a dar cuenta de lo equivocados que estábamos. Caeremos, resbalaremos, quemaremos pedidos, e incluso seremos troleados una y otra vez por las variopintas cocinas en las que deberemos cocinar. Gran combinación
Enfocado hacia el disparate y el absurdo, el apartado técnico no podía más que fomentar dicha faceta. Los personajes son caricaturas y clichés a los que estamos acostumbrados, pero a medida que vamos avanzando nos encontramos con alguno que otro más peculiar. La variedad de las fases es generosa, y consiguen recrear la dificultad de su escenario excelentemente. Pasaremos desde la típica cocina de restaurante, a cocinas en glaciares, en barcos e incluso espaciales.
Mientras que el apartado artístico consigue su función, el apartado sonoro lo borda. La primera melodía que escuchamos en nuestro enfrentamiento a la bestia es épica, típica de jefes finales, y al mismo tiempo desentona por lo absurdo que parece la trama, lo que desemboca en carcajada instantánea. El resto de canciones del repertorio crean un conjunto ameno y divertido para este tipo de juegos. Una de las mejores implementaciones en el apartado sonoro, desde mi punto de vista, es el aumento de la velocidad de las canciones en los últimos instantes de las partidas, que te inyectan un chute de estrés donde terminas decidiendo si tiras la toalla o intentas entregar un último plato.
