Una vez completo el escenario empezó a poner LocoRocos, de distintos tipos y
colores, unos posados en el suelo cantando, algunos cayendo desde un piso
superior, otros rodando hacia abajo en una cuesta sin fin… Variedad ante
todo:

Con la estructura principal completa ya era cuestión de completar el “set”,
con elementos secundarios del escenario:



Y eso es todo. Un trabajo arduo, de meses aprovechando siestas del niño para
hacer con el palillo los ojos de un par de LocoRocos en una hora, un trabajo de
chinos, de paciencia, con un resultado yo creo que espectacular. De un
tiempo a esta parte Iván saluda a sus dibujos cada vez que entra o sale de la
habitación. Lo malo será como diga antes “LocoRoco” que mamá...


El resultado final. ¿A que mola?
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