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 Todo esto en cuanto al modo en solitario. El juego se compone de
 un modo multijugador hasta para cuatro jugadores en una sola consola en
 el que combatirán cuerpo a cuerpo en 25 escenarios diferentes en un 
sistema basado en Super Smash Bros. Se nota que el origen fue éste y el 
modo Solo creció como un añadido que, a pesar de todo, acaba siendo el 
eje central del juego. Para finalizar, el modo Survival redondea el 
contenido con una versión muy personal del clásico Space Invaders en la 
que tendremos que resistir las continuas oleadas de enemigos que caen 
del espacio intentando destruir los bloques que nos sirven para 
mantenernos dentro del escenario.  
    
  Como un pato mareado
  Su 
peculiar control causa sentimientos encontrados. Por una parte el juego 
se apoya en la idea sencilla de stick y botón. Es una mecánica simple,  
que funciona, adecuándose a las propuestas de cada nivel. Pero más allá 
de los botones y su mecánica, la forma en que manejamos al personaje es 
lo más desconcertante de todo. Su movimiento es rápido, ágil y en 
ocasiones difícil de mover con precisión. Algunos niveles requerirán de 
una dosis de paciencia extra, especialmente aquellos niveles centrados 
en plataformas. A eso hay que sumarle el que los enemigos no tienen como
 misión matarnos con sus ataques, sino echarnos del nivel o impedir que 
cumplamos nuestra misión. 
  Para conseguirlo sus ataques nos 
paralizarán, nos bloquearán o nos lanzarán despedidos, destruyendo el 
escenario con nuestros movimientos. Estos momentos de parálisis o de 
indefensión en los que no siquiera seremos dueños del control del 
personaje provocan cierta sensación de frustración, de desazón que 
difícilmente se recupera al superar la fase. Es una situación extraña, 
una forma muy peculiar de poner a pruebas las habilidades del jugador, 
más centrada en castigar los errores que en premiar los aciertos. Y esto
 queda patente desde el primer momento, en el que el propio movimiento 
de los menús se realiza de forma muy poco convencional, avanzando con el
 A en lugar de la cruceta y aceptando con el +/-. También es cierto que,
 a medida que el jugador gana experiencia, aprende a controlar esa 
frustración y a evitar situaciones que puedan ser una clara desventaja.
  No estás en casa
  A
 este desconcierto jugable se le añade el del propio ambiente del juego.
 Con el pixel art como argumento, el juego es una serie de imágenes 
oníricas, casi psicodélicas que, aunque enmarcadas dentro de un contexto
 de invasión alienígena, ayudan a fomentar la sensación de caos y 
confusión constante. Como punto adicional, los menús del juego están 
basados en los controles de una nave, con sus luces de activación, 
interruptores y post-it informativos. En algunos casos hasta se diseñan 
mecánicas, como en el caso del modo Multijugador en el que pequeñas 
máquinas de bolas computan y contabilizan las acciones y muertes de los 
jugadores. A pesar de lo insólito de su ambientación, han conseguido 
crear un estilo único y coherente. A nivel de audio la psicodelia y los 
sonidos estridentes rara vez dejan paso a elementos más pausados. Se 
trata de poner de los nervios al jugador, demostrando siempre una 
situación de hostilidad.  
    
  Conclusiones
  No se puede esperar 
nada de De Mambo salvo lo impredecible. Aunque el abanico de movimientos
 que ofrece sea más limitado que en otros juegos de minifases, la 
originalidad y variedad de situaciones sorprende al jugador 
constantemente. Algo frustrante en ocasiones y exigente, pero nadie dijo
 que una invasión alienígena (o lo que sea que sea esto) fuera fácil.
 
 
Puntuaciones
Gráficos: 8.5
Sonido: 8.0
Jugabilidad: 8.5
Duración: 8.0
Multijugador: 8.0
Historia: 0.0
TOTAL: 8.0
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