Arkane y Machinegames reaprovechan todos los assets de Wolfenstein: Youngblood para crear este corto, pero intenso, juego VR.
Acción desde nuestro asiento
El juego nos pone en el papel de un piloto que se encuentra dentro de una instalación nazi, desde donde deberá controlar a robots robados al ejercito de la famosa esvástica. Durante todo el juego permaneceremos sentados en una silla que es, al mismo tiempo, un ascensor que nos permite desplazarnos entre las distintas plantas de la base militar. En la planta baja tenemos el taller de reparación, donde llegan los robots para que los podamos manipularlos y ponerlos a punto para el combate.
En la siguiente planta se encuentra la sala de control, donde recibimos misiones y almacenamos miniaturas de diferentes modelos del juego. En la tercera planta encontramos una oficina con algunos objetos que permiten su manipulación. Por último, en la planta superior, se encuentra la cabina de control remoto de los robots, que cuenta con varias pantallas para permitirnos una amplia visión de los mismos. Aquà es donde pasaremos la mayor parte del tiempo, cumpliendo un total de 4 misiones. Pocas misiones, pero intensas
En las tres primeras misiones controlamos a cada uno de los tres robots disponibles: Un perro mecánico que lanza fuego por la boca, un dron volador capaz de volverse invisible y un robot gigante que porta un potente arsenal, mientras que en la cuarta misión iremos alternando el control de todos automáticamente. La duración total es de unas muy escasas 2 horas y, pese a que se puede rejugar en diferentes niveles de dificultad, realmente no aporta ningún aliciente para hacerlo. Los controles son sencillos y apenas aportan opciones, siendo muy fácil hacerse con ellos en poco tiempo, pero limitando la jugabilidad, que se apoya totalmente en el diseño de niveles.
Los escenarios permiten una progresión lineal, y se basan en calles o pasillos que nos permiten avanzar hasta llegar a zonas algo más amplias donde combatir a grupos de enemigos. Las partes en las que pilotamos al dron volador son un poco más libres que el resto y nos permiten explorar entornos más amplios y verticales. Cada tipo de enemigo, con sus propias peculiaridades, representa el principal reto del juego. A pesar de ser soldados y robots sacados de Youngblood, todos ellos cuentan movimientos e inteligencia rebajada, con la intención de lograr una dificultad acorde con a las limitaciones de control impuestas por la VR.