Gráficamente hablando, Anoxia Station ofrece una vista isométrica que efectivamente da la sensación, por un lado, de juego de mesa. Por otro lado, de simulador de colonias. El manejo de colores tristes y oscuros, mantiene al jugador continuamente inmerso, e incluso con un sentimiento de opresión, como si realmente fuera parte de la expedición. Todo ello con una capa de tecnología gracias a la visión “aparentemente” térmica del radar y de las tecnologías. A esto se suman los diversos escenarios, mostrando condiciones extremas: frío, radiación, formaciones cristalinas, criaturas colosales y terribles. La naturaleza en su estado más inestable, salvaje y bello.
Adicionalmente, el apartado sonoro no hace más que incidir en esto mismo. Encontramos música ambiente de lo más espeluznante: sonidos de rocas, terremotos, susurros, movimientos, extrañas transmisiones. A los que se suman las pistas sonoras del compositor alemán Martín Gleitze. Unas pistas con tintes de tristeza, de pérdida, con diversos sonidos capaces de dar algunos sustos, por ejemplo, cuando aparece el gusano del episodio dos. Tanto el apartado sonoro como el apartado gráfico son bastante buenos, sobre todo si tenemos en cuenta que hablamos de un juego indie.
Veredicto
Anoxia Station es un buen juego de estrategia y supervivencia. Con una gran jugabilidad, que pone a prueba las habilidades del jugador, a lo que se suma una buena historia distópica con espectaculares influencias, Anoxia nos plantea grandes retos y problemas con un alto grado de rejugabilidad. ¿Hasta dónde estarás dispuesto a llegar para salvar a la humanidad? Todo ello en un ambiente opresivo, de misión suicida en un mundo postapocalíptico. Hagas lo que hagas, recuerda: debes encontrar el petróleo y asegurarlo a cualquier precio, cualquier sacrificio es menor.
