Entre las sombras de las montañas se fraguan misterios, y el monte Yōtei custodia los suyos más profundos.
Hay juegos que llegan con el peso de la herencia a sus espaldas. Cuando Sucker Punch anunció Ghost of Yōtei, muchos lo recibimos como el sucesor espiritual de Ghost of Tsushima, aquel título que marcó una época en PS4 y demostró que el Japón feudal aún tenía un hueco en el videojuego moderno. Ghost of Yōtei no busca ser una simple secuela: su ambición va mucho más allá.
El juego nos traslada al norte de Japón, a los parajes fríos y agrestes de Ezo, la actual Hokkaidō. Han pasado siglos desde los eventos de Tsushima y el país sigue dividido entre códigos de honor y la violencia. Aquí es cuando aparece Atsu, una mercenaria marcada por la tragedia que decide emprender su propia cruzada contra los “Yōtei Seis”, un grupo de señores corruptos cuya sombra se extiende sobre todo el territorio. Nos encontraremos con una historia más profunda, no buscando momentos tan épicos como Tsushima, sino algo más introspectivo. Hay una calma en su ritmo que invita a observar más que a correr, a detenerse para escuchar cómo el viento se cuela entre los pinos o cómo la nieve dibuja nuestras pisadas en el camino.
Una historia de venganza
La trama gira en torno a la venganza y eso se nota desde los primeros momentos de juego, que nos ha recordado a grandes éxitos de Hollywood como Kill Bill. Atsu tiene una misión y Sucker Punch quiere que lo entendamos; por eso, dedicaremos unos minutos nada más comenzar a escribir en el pañuelo los nombres de los seis de Yōtei, causantes de la muerte de nuestra familia. A partir de este momento comenzaremos una aventura para averiguar el paradero de nuestros enemigos, y para ello tendremos que explorar todo el entorno, pelear, investigar e interrogar para poder dar con ellos y marcar con sangre uno menos en nuestra lista.
Las misiones principales mantienen un tono cinematográfico impecable, con una dirección que recuerda a las películas de Kurosawa. De hecho, es posible activar un modo de juego donde predomina el blanco y negro, así como un tono de sonido distinto que replica la técnica del famoso director. Revivir escenas probando los distintos modos de visualización es un detalle muy importante que han trabajado desde el estudio. Las secundarias pecan de cierta repetición. En un mundo abierto tan vasto es difícil que todo brille con la misma intensidad. Aun así, incluso esas tareas menores aportan a la historia piezas clave. También nos encontraremos retos y algún que otro puzle importante de resolver para la evolución de nuestro personaje. En total, la historia dura unas 35 horas, incluidas misiones secundarias.
La jugabilidad ha evolucionado desde Tsushima
El combate en Ghost of Yōtei es una evolución directa del sistema de Tsushima, pero se nota que el estudio ha escuchado a los jugadores. La fluidez con la que se encadenan los movimientos es asombrosa: cada parry, cada cambio de postura, cada esquiva tiene un peso y una intención. La novedad más destacable es la posibilidad de combinar armas sin pausa. Pasar del sable al kusarigama o del arco al tanto se siente natural y, a la vez, nos deja momentos muy épicos. La IA enemiga también ha mejorado. Noto un salto importante desde el primer juego, siendo los primeros combates del tutorial demasiado simples, pero cuando la curva de aprendizaje sube, un mal golpe nos dejará tiritando. No atacan de uno en uno, por lo que seleccionar al enemigo, atacar, bloquear y, sobre todo, hacerlo en el momento correcto, es vital.