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JUGABILIDAD
La jugabilidad base se perpetúa en el tiempo. La saga ha tenido muchas versiones y se han introducido pequeñas novedades en cada una de ellas, pero en lo que se refiere al núcleo central y a una parte de la periferia, todo continúa con reglas muy similares y clásicas. El planteamiento es sencillo; tenemos a nuestra disposición cuatro personajes que ejercen de fichas móviles. A lo largo de una serie de turnos, tendremos que llevar a nuestra "ficha" por el tablero con el objetivo de conseguir estrellas, desperdigadas por el escenario, e intentar desestabilizar a los contrincantes. Como si del juego de la oca se tratara, cada jugador tiene que tirar su dado y moverse en consecuencia. En los entornos, hay casillas con diferentes colores; azules, rojas y verdes. El que caiga en la primera, recibirá tres monedas, si en cambio tiene la mala suerte de visitar la roja, tendrá que abonar tres monedas. Por su parte, las verdes suelen tener algún tipo de sorpresa, a veces desagradable (teletransportaciones no deseadas o robos de monedas). Además, existe la casilla duelo, que brinda la posibilidad de competir contra otro rival en un minijuego (por azar se elige la "apuesta" que recibirá el que resulte ganador-que por supuesto proviene de ambos contendientes-). También hay una casilla con el rostro de Bowser tallado, así que habrá que tener cuidado de pisarla, porque de hacerlo…pueden ocurrir desgracias, y no sólo para el inocente invitado. En función de la casilla en la que recalan los personajes, se selecciona al final del turno el tipo de minijuego, es decir, 4 VS 4, 2V2 o 1VS 3; por ejemplo, imaginemos una situación en la que Mario y Yoshi caen en una roja y Peach y Wario lo hacen en las azules. En ese caso, se procederá a jugar un minijuego 2VS2.
El concepto de suerte es ineludible en un juego como Mario Party. Ya desde el principio se hace patente, cuando se establece el orden de turnos-en consonancia con el número obtenido en los dados, es decir, el que más alto saque antes empieza-. Así, también se puede tildar de azarosas muchas de las cosas que ocurren en el tablero; desde los bloques ocultos que algún afortunado recibe (con monedas, normalmente), hasta la disposición de las estrellas (pueden aparecer en lugares más cercanos o lejanos para el personaje), los duelos y los trucos sucios empleados por los rivales. No es de extrañar pues que, siendo líder, repentinamente alguien haga un movimiento que te derroque instantáneamente. Bien es cierto que en esta adaptación, los rivales controlados por la CPU tienen un nivel de dificultad irrisorio. Afortunadamente, si obviamos el modo historia, se puede configurar ese nivel en las opciones de ajustes.
Dejando de lado lo que es la acción durante la partida en los tableros, pasamos a la verdadera enjundia de los Mario Party, la esencia y su fuente de diversión; los minijuegos. Como decíamos, la DS es una consola que por sus especificaciones jugables es particularmente porosa con juegos de esta índole. Efectivamente, la pantalla táctil y el micrófono ofrecen una nueva perspectiva. La cantidad de minijuegos que encontramos en Mario Party DS es ingente y para todos los gustos, pero no todos ellos han sido adaptados. Esto es, durante la partida tendremos que alternar entre la jugabilidad a golpe de stylus y la más puramente clásica. No hay mezcla de lo clásico y lo nuevo, es básicamente una jugabilidad que se retuerce y se separa de vez en cuando, sin una correcta cohesión. Los minijuegos son divertidos, si, pero tener que guardar y sacar el puntero en función de su compatibilidad resulta un tanto engorroso. No obstante, hay que valorar igualmente la dificultad que supone dejar de lado lo preestablecido para buscar fórmulas que exploten correctamente las particularidades de la consola. A pesar de todos los contras, como bien hemos subrayado, los minijuegos son divertidos con y sin stylus.
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