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La obtención de la información se hará de tres formas que se repiten ad-infinitum a lo largo del juego. Lo primero que aprendemos es a robar, que consiste básicamente en localizar al individuo con el objeto necesario, fijarlo con el disparador izquierdo y esperar a que se descuide para mangar lo que necesitemos.
A continuación descubriremos que no hay mejor forma para conocer información confidencial que escuchar a quien la tiene, lo que implica localizar un asiento (literal) cerca de donde estas personas comentan a voz en grito lo que se supone es un secreto y esperar a que termine de contar lo que queremos saber.
Lo último que aprendemos es a obtener la información a tortas, que implica acercarnos en un callejón oscuro y atizar al confidente hasta que “canta”.
La primera hora (mientras aprendemos) resulta divertidísima, pero una vez nos damos cuenta que el juego es una sucesión continua de estas tres formas de obtener información la cosa decae un poco.
Para darle un poco de vidilla al asunto la ciudad está llena de guardianes de la ley y el orden, que vendrán a por nosotros si nos pillan de marrón con alguna ilegalidad, aunque como en este tipo de juegos de sigilo se les olvidará nuestra cara si pasamos unos segundos escondidos en pajares o terrazas cubiertas con lonas, repartidas por toda la ciudad de forma conveniente. No es tan surrealista como la memoria de pez de los guardias de los Metal Gear Solid, pero muy poco “next-gen”.
Las ciudades están recreadas con un gusto exquisito y son visualmente increíbles. Normalmente al llegar a cada una de ellas nos encontraremos algún tipo de abuso de autoridad que tendremos que solventar, lo que nos granjeará la amistad de religiosos o informante que nos ayudarán a entrar y salir de la ciudad sin dar el cante.
En movimiento
El control del personaje no ha llegado a resultarme cómodo del todo, incluso tras acabar el juego. El movimiento es el típico , con los dos joysticks (uno para el personaje y otro para la cámara) para desplazarnos y mirar alrededor. Cuando estamos en modo “normal” los botones sirven para ponernos en modo “rezar” (ir disimulando como si fuéramos un monje), apartar “gentilmente” a las multitudes (muy bien realizado) o ponernos en primera persona para “mirar de cerca”. Si pulsamos el disparador derecho entramos en modo “acción”, que nos permitirá correr, saltar y escalar (todo con el A), agarrar enemigos o usar la espada. Lo que no terminó de convencerme es que para desplazarnos por el escenario con las ya mencionadas animaciones impresionantes sólo hay que pulsar el A en el momento adecuado, quedando a elección del avatar el saltar al sitio correcto sin caerse. A mi personalmente me gusta mucho más cómo se manejan los personajes de Crackdown o Ninja Gaiden, mucho más libre aunque menos espectacular visualmente, pero vamos, es cuestión de gustos.
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