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Haciendo historia.
Bioshock es el sucesor “espiritual” (no puede ser el “real”, Take 2 no tiene los derechos) de dos juegos míticos (particularmente la segunda parte): System Shock y System Shock 2. Considerados los primeros “juegos de acción inteligentes” destacaban por la trama y ambientación, además de una tecnología y motor gráfico derivados de los gloriosos Ultima Underworld (Looking Glass sabía lo que hacía). A pesar de su escaso éxito comercial, en la actualidad son considerados influencia principal de juegos gloriosos como Deus Ex, Half Life o Thief, títulos diferentes, con “chicha” y exigencia intelectual además de la acción típica (y tópica) del género.
Los responsables de aquellos gloriosos juegos de Looking Glass, Ken Levine, Jonathan Chey, and Robert Fermier formaron Irrational Games donde desarrollaron juegos con escaso éxito comercial aunque siempre influyentes, como Tribes: Vengeance, Freedom Force o SWAT 4.
Ahora con Bioshock a Irrational le ha llegado la hora del éxito, esperemos que la compra por parte de Take 2 no rompa la “magia” del estudio de desarrollo.
Viviendo la Historia
Ya habréis jugado la demo, así que sabréis que empezamos con un accidente de avión que nos deja en medio del mar al lado de la entrada a una ciudad sumergida… También habréis visto vídeos e imágenes, así que ya habréis visto a la “niña mal rollo” (Little Sister) y al robot “grande y gordo” (Big Daddy)… Pues a ver como os cuento un poco más para ambientar pero sin fastidiar la historia ni ninguna de las múltiples sorpresas que depara.
Las primeras escenas del juego suponen la intro perfecta: Luces que se encienden a nuestro paso mientras suena música de los años cincuenta, vídeos introductorios y publicitarios de Rapture (la ciudad sumergida) al estilo “Hanso Foundation” de Lost (Perdidos), ventanas de cristal que muestran un mundo iluminado por neon al esilo Cyberpunk de Blade Runner, personajes atormentados con apariencia mutante… Y todo en los primeros 3 minutos.
Mientras aprendemos a usar el mando de la Xbox 360 para movernos por este tétrico mundo de ensueño aprendemos un poco de la historia de Rapture: Un iluminado (¿un loco?) con aires de grandeza e ideología inexistente (ultra-liberal, algún votante del PP u oyente de la COPE se puede sentir inicialmente identificado) creó en los años 50 una ciudad sumergida absolutamente ajena al mundo, donde la experimentación científica no conoce límites y los impuestos no existen, no es necesario atender a los pobres y desfavorecidos sencillamente porque no existen, no son bienvenidos. Un mundo feliz de Adolf Huxley llevado al extremo, con el objetivo de la evolución científica como medio para conseguir el super-hombre de Nietzsche.
¿Excesivamente profundo? Tal vez, pero ninguna de estas conclusiones se nos presentan directamente: son a las que yo llegué en los primeros 5 minutos de juego, cada uno llegará a las suyas, aunque según avanza el juego cambiarán… inevitablemente.
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