|
Vive una historia... radiactiva
Hace ya 3 años desde el rotundo éxito de Oblivion (Elders Scrolls IV), cuando fue nombrado mejor juego del año y galardonado con la mayor cantidad de premios.
Ahora Bethesda publica su nueva aventura de dimensiones inconmensurables, basada en el exitoso universo de Fallout.
En Fallout 3, naceremos, escucharemos la voz de nuestros progenitores, nos daremos nombre y elegiremos como será nuestro rostro en el futuro, con un completo editor.
Tras un lapso temporal, nos encontraremos en nuestro cuarto, dentro de un parque de juegos. Con gran dificultad daremos nuestros primeros pasos ante la mirada orgullosa de nuestro padre y cogeremos un cuento en el que aprenderemos las primeras nociones de la vida.
Otro salto temporal nos conducirá a nuestro décimo cumpleaños, donde se nos premiara con un Pip-boy 3000, un terminal portátil para nuestro uso y disfrute que hará las veces de completo menú con el que gestionar todos los parámetros, objetos y características de nuestro protagonista en el juego.
Avanzaremos unos años más y estaremos a punto de realizar nuestro examen de la G.O.A.T.; algo así como una prueba donde se valoran nuestras habilidades para asignarnos un trabajo dentro del refugio.
Cerraremos los ojos y despertaremos unos ciclos solares en adelante, pero esta vez las cosas han cambiado y nos veremos obligados a huir de nuestro hogar y a sumergirnos en un enorme mundo exterior, hasta ahora desconocido.
Sin entrar en demasiado detalle, nuestra misión principal será encontrar a nuestro padre, que se encuentra en algún lugar de lo que antes fue Washington DC, ahora conocido como Yermo Capital, por su decadente estado de destrucción tras una hipotética Guerra Mundial que duró siglos y culmino con el genocidio masivo con armas nucleares.
Una tierra árida, agresiva y rasgada por la destrucción se abre ante nuestra atónita mirada.
Edificios calcinados, autopistas derrumbadas cuya estructura lucha por mantenerse erguida, bolsas de radiación que minan nuestra delicada salud, seres mutados que nos intentaran devorar como primera manifestación de su instinto de supervivencia, y en el horizonte, una ciudad derruida, fría y silenciosa hacia la que encaminamos nuestros pasos.
Este es el mundo que exploraremos y que sobre el que evitaremos contar más de la cuenta, con el objetivo de proteger los increíbles secretos que esconde.
La estética del juego es un resultado hibrido entre la moda de los 70 y la tecnología mas futurista. Como si la guerra hubiera evitado la evolución de las tendencias, esta visión retrofuturista da cómo resultado un entorno donde se funden instrumentos mundanos de la época con las funciones más modernas.
Nuestro Pip-boy 3000 es el ejemplo más claro. Se trata de un sofisticado sistema de información, que a pesar de su arcaico aspecto, podremos consultar en cualquier momento de la partida y que nos permitirá realizar funciones tan variadas como consultar el mapa, gestionar nuestro inventario o examinar nuestras habilidades y estado físico.
Otro exponente de esta estética es el original personaje “Vault-boy”, un simpático niño cabezón que encontraremos en repetidas ocasiones en forma de divertidas ilustraciones o carteles y en figuras coleccionables repartidas por el mundo.
Seguiremos en primera persona todo el transcurso de la aventura, pudiendo alternar esta vista con una, poco efectiva, en tercera persona.
La historia y situaciones que se nos presentan, sorprenden por su madurez y ausencia de tapujos. La vida es dura, y nadie se anda con remilgos.
La sensación de libertad será total, con un sistema de juego que se aleja de las típicas limitaciones de los juegos de rol que nos anclan a un camino prefijado.
Tanto nuestras acciones como las palabras podrán cambiar el mundo y hacer el bien o el mal, por igual, según como decidamos comportarnos.
Durante los diálogos contaremos con un importante repertorio de frases sobre las cuales iremos construyéndonos una personalidad y daremos una imagen al resto del mundo.
|
|
|
