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Acertada adaptación al videojuego del espía de nuestro siglo
"Es en la vehemencia del deseo donde se descubre la belleza" – "Bill Naughton"
La conspiración Bourne es un juego que sobre el papel fracasaría estrepitosamente (tantas promesas nos suelen levantar indiferencia) pero que se beneficia de su impoluta apuesta en escena y ritmo para pasar, con holgura, del notable alto.
Muchas compañías y desarrolladoras llevan mal interpretando las industrias de cine y videojuegos imaginando que por compartir ciertas similitudes de formato (ambos se ven y se escuchan, obvio) deberían compartir espacio y contexto. Recientemente Metal Gear Solid 4 ha incentivado esta absurda polémica, entorpeciendo el desarrollo de la acción con más de 10 horas de secuencias cinemáticas, una desproporción intolerable que en Todojuegos hemos denunciado en su momento.
El trabajo firmado por High Moon (estudio a seguir a partir de este momento…) ha logrado con muchísima mayor humildad y coherencia, aunar con elegancia y soltura estos dos universos, recogiendo sus virtudes y evitando tropezar con los defectos que pudiesen repercutir el uno sobre el otro. Propiamente hay que añadir que "La conspiración Bourne" es una novela del afamado best-seller-novelista Robert Lundlum y que la franquicia ya ha sido llevada al cine en tres ocasiones con impecables resultados, pero este videojuego se toma la licencia de imponerse como tal y alcanza una dimensión paralela a las obras homónimas pero manteniendo las cotas de calidad mostradas.
El leit motiv de Robert Lundlums es llevar al videojuego el dinamismo y la espectacularidad visual del cine (con numerosas tomas vertiginosas e imposibles, maravillas que ni una película de altísimo presupuesto podría permitirse) aunque el verdadero paso adelante reside en el ritmo. A través de nuestros ojos, lucharemos cuerpo a cuerpo, nos enfrascaremos en tiroteos, persecuciones y situaciones imposibles sin caer en rutinas ni repetir escenarios, con gran maestría y eficacia.
Esta fórmula es aún imperfecta, especialmente en el uso y abuso de los quick time events, (presionar el botón correcto en el momento precioso), placebos jugables para que el jugador no se sienta excluido en las secuencias puramente narrativas, un mal a erradicar del videojuego moderno (Shenmue, God of War, etc.) que ven en este ridículo parche una excusa para lucir palmito.
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