Cuando el ocio estresa

Publicado el 16-10-2009 a las 23:34
Autor: Borja "Raistlin Majere" García

¿Acumulaciones de juegos? ¿Te aburres de lo que tienes pero sigues comprando más y más? Quizá sea hora de cambiar de hábitos

Es un día especial. Sale un juego nuevo, un auténtico superventas, una bomba de relojería. Lo compras, lo desprecintas y lo metes en tú consola. Es hora de jugar largo y tendido, exprimir cada uno de los entresijos que esconde el software. Sin embargo hace un par de días adquiriste un par de productos de segunda mano, y la semana anterior un juegazo que viste en la tienda a precio muy económico. ¡Cómo dejarlo pasar! Imposible. El problema llega cuando tienes tanto que probar que no sabes ni por donde empezar. Muchos títulos, poco tiempo: empieza el estrés. Cuando esto ocurre, normalmente uno juega a todo y no juega a nada. Es decir, toquetea un juego diez minutos, se aburre y cambia a otro. Es una espiral, la pescadilla que se muerde la cola.

Llevo en el mundo de los videojuegos muchos años. Ya desde muy pequeño empecé a interesarme por el ocio electrónico, gracias en gran parte al Commodore 64 que teníamos en casa. Le siguieron la Game Boy clásica, la Mega Drive y el ansiado paso a las 3D con Play Station y Nintendo 64. También pasaron por mis manos la Game Cube, PS2, Game Boy Advance, N-Gage...y en esta generación disfruto de todas las consolas que están en el mercado. He tenido la suerte de poder escribir en Todojuegos.com, y ello me ha dado acceso a la posibilidad de realizar análisis de muchos juegos:

He percibido, no obstante, que el ritmo que llevaba con los videojuegos no era bueno. Demasiados para muy poco tiempo. Eso me ha llevado a caer en un círculo vicioso poco positivo, una situación en la que a pesar de tener muchos juegos sin acabar, mi lista de “compras futuribles” seguía creciendo. Desbordado, esa es la palabra que define de forma concisa de como me encontraba. Desbordado por un hobby. Ante una situación como esta ¿Cómo se puede actuar? El problema está ahí, y uno es consciente de ello. Yo lo tenía claro, la cosa no podía seguir así. La solución no está en cortar de raiz con el mundo de los videojuegos, sino en plantearse si todas esas compras compulsivas que se hacen son necesarias o no. En mi caso personal decidí cerrar el grifo, concentrarme plenamente en los que ya tenía en casa y acabármelos uno a uno, disfrutando cada uno por separado. Desde el prisma personal he notado el cambio de chip; vuelvo a tener ilusión por los videojuegos, y eso es algo que había ido perdiendo progresivamente. Me divertía más hablando e informándome sobre ellos en los foros que cogiendo el mando. Dicen que de los errores se aprende, y aunque un estudio ha determinado recientemente que eso no es cierto, en esta ocasión, y sin que sirva de precedente, voy a hacer el esfuerzo por materializarlo.

En un mundo global como el actual, interconectado entre sí por millones de personas, es normal encontrar casos similares al expuesto. Navegando por los foros de Meristation y Vandal ví un topic en el que su autor reconocía que por fin se había “curado”. Me sentí identificado porque esa persona había sucumbido en el mismo círculo que yo, casi condenado a comprar más y más y a jugar menos y menos; 300 juegos de Xbox 360, 30 de Wii y 10 de Play Station 3 conformaban su colección. La mía, por el contrario es mucho más discreta (entre las tres consolas de nueva generación no llego a 30 juegos), pero por cuestiones de tiempo, se me fueron acumulando y al final terminé asqueado.

Cuando un hobby gusta es duro ver como se pierde la ilusión, y todo por no ser capaz de administrar lo que uno ya tiene. Si el hobby estresa, señal de que algo no marcha bien, y cuando las cosas no van tal y como deben ser, hay que escarbar profundamente para encontrar la causa, el elemento discordante que impide que el rio vuelva a su cauce. Cada persona es un mundo, pero la solución está en la palma de la mano; dejar la cartera quieta y concentrarse en lo que está en la estantería. Ni más ni menos. Punto final.