Bloodborne

El arte del fracaso.

No me considero amante de los juegos difíciles y, a pesar de haberles ofrecido más de una oportunidad, no he conseguido acabar los anteriores Dark y Demon Souls. Tampoco creo ser mal jugador, simplemente disfruto cuando el videojuego, que tengo en mis manos, se preocupa de proporcionarme el reto adecuado con su proporcional recompensa. Por ese motivo, cuando me ofrecieron el título que hoy nos atañe, y tras conocer la excelente crítica recibida por la mayoría de medios, acepté el reto de analizarlo como el jugador que soy, sin dejarme influir por nadie, para ofrecer un poco de luz a aquellos jugadores que se identifiquen conmigo.

Os aviso de que lo que estáis a punto de leer no es un análisis al uso. Tomo la libertad de emplear texto narrado, mezclado con las impresiones originadas por mis experiencias con el juego. Me disculpo por desvelar los primeros minutos de juego y confió en que sepáis disfrutarlo.

Un primer contacto poco cuidado

Tras alimentar a la PS4 con el disco de juego y esperar demasiados minutos a que se instale los 40Gb del mismo y los 2,5Gb de actualización, se nos muestra en pantalla el nombre de la desarrolladora Fromsoftware,  principal promotora de esta nueva ola de videojuegos ultra-difíciles, y el logo de Sony, quien ha financiado el proyecto.

Después de la pantalla de título, accedemos al menú de creación de personaje, donde un listado de opciones nos permite generar un individuo de cualquier sexo, complexión y rasgos. También podemos de elegir una entre varias configuraciones con estadísticas que realmente nos serán útiles en el juego como son la cantidad de salud, la fuerza o la resistencia, entre otras.

No voy a negarlo, soy de esos a los que les encanta emplear horas en crear al tipo perfecto con el que sentirse identificado durante las decenas de horas que dure la aventura, y esta vez no fue menos. Sin embargo, tras una tediosa hora de lucha contra la lentitud de los controles del menú, logré obtener un resultado aceptable. Un personaje parecido a mí pero con 80 años, presentado de mala manera, en un en un visor muy mal iluminado.

Sumergiéndonos en el sueño del cazador

Por fin comienza la partida y tras una corta y macabra introducción, narrada en perfecto castellano (como ocurre con todos los juegos producidos por Sony) nos sumergimos de lleno en el sueño del cazador, un estado mental inducido por la inoculación de una sangre maldita en nuestro protagonista.

Despertamos en una camilla, en una estancia oscura y extraña. Tras abrir una vieja puerta de madera y acceder a un almacén de útiles médicos, escuchamos unos extraños ruidos. La tenue luz desvela una tosca figura cubierta de pelo, un ser con rasgos caninos y una disposición de las extremidades casi humana.

Temerosos, nos abalanzamos sobre él, aporreando el botón de ataque, con la sorpresa de que ningún daño le podemos causar. Tras sufrir un par de garrazos y mordiscos, el cuerpo que controlamos, calló al suelo, inerte.